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Entregas en caliente / Batalla marina

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Vincent
AutorGuillermo Hérdez

Paco Jones está en un camarote lleno de vestuario de ópera. Lo primero que le sorprende es el tamaño, considerando que la embarcación no parece tan grande. Ahí adentro debe haber, al menos, unos trescientos vestidos de mujer. Lo segundo que le sorprende es que Violetta, la dueña de la Nave de los locos, haya desaparecido en medio de todas esas telas. Paco estaba seguro de que habían bajado para follar sin la mirada curiosa de los extraños tripulantes pero, de pronto, la mujer desapareció sin decir nada. Lo último que lo sorprende es encontrarse a Violetta vestida con armadura.

-¡Violetta! -alcanza a musitar el mensajero.

-No me llames así, mortal, soy Asarteminia, diosa guerrera. Si crees que puedes vencerme estás equivocado.

Acto seguido, la mujer de nombre impronunciable, se acerca a Paco Jones para someterlo a cachetadas. Paco reacciona apenas. Sin lugar a dudas, esa mujer está loca, pero también está buenísima. Así que le sigue el juego. Toma una espada de utilería y finge algunos lances. Cuando consigue que choque contra sus pectorales, éstos caen, dejando ver unas tetas suculentas.

De pronto, un crujido y el barco se bambolea. Paco interrumpe el ataque, pero Asarteminia le grita:

-¡Son mis dioses que vienen a defenderme! Tendrás que hacer más para derrotarme -y, acto seguido, corta la ropa de Paco con una espada filosa.

Lo que la mujer ignora es que no fueron sus dioses los que provocaron el estruendo. Al contrario, su nave acaba de ser alcanzada por la de Anyabat, quien perseguía a Paco con todo un ejército a bordo de un barco mucho mejor armado que el de Violetta. Y justo ahora les han dado alcance.

Cada uno de los miembros de la tripulación del barco donde viajan Paco, Natasha y Ricky se ponen en los puestos de combate. Sin embargo, ellos no son guerreros, apenas unos comediantes frustrados que mucho tienen de locura. Los hombres de Anyabat, en cambio...

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