Entregas en caliente / Antecedentes amorosos

AutorGuillermo Hérdez

Enrique Melgarejo es un español común y corriente. Desde niño fue muy gordito y eso le trajo algunos problemas en la escuela, pues se burlaban de él. Las cosas cambiaron cuando descubrió que su gordura implicaba también una dosis extraordinaria de fuerza física. Para sobrevivir, en la secundaria rentó por primera vez sus servicios a niños más débiles, como guardaespaldas. Y desde entonces vivió de eso y era el mejor en lo que hacía. Ha cuidado a presidentes, estrellas de cine y deportistas. El único defecto de Enrique, su punto débil, es el sexo. Ahora está cerca de cumplir cuarenta y siete años y aún es virgen.

-Mi trabajo es lo más importante -se dice a sí mismo, constantemente, pero basta con que una chica, sin importar bellezas o fealdades, lo miré un segundo para que su miembro se ponga duro y comience a fantasear sin control. Una buena mañana, mientras estaba de vacaciones en Génova, Amelie, una vieja conocida, lo buscó para asignarle un trabajo.

-Quiero que cuides a mi nueva amiga -le dijo Amelie- no la pierdas de vista, no la dejes hablar con nadie, ella es mía.

Cerraron el trato y, por la tarde, Enrique se puso un traje y apareció en la habitación de hotel en donde se hospedaba Amelie con su "amiga". Todo iba bien hasta que la "amiga", cuyo nombre era Rebeca, mencionó la palabra "sexo" y a él le entraron unas ganas inmensas de perder la virginidad con esa pelirroja. Sus fantasías se dispararon. Dejó de poner atención.

Rebeca aprovechó la situación, se quitó la falda, se quedó en calzones y contoneó su glorioso trasero frente a las narices de Enrique.

-Voy a la cama. ¿También allá vas a cuidarme?

Enrique estaba sudando. Siguió a Rebeca hasta el colchón y vio cómo la mexicana se quitó la...

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