Entregas en caliente / Amores perros

Rebeca ha desaparecido misteriosamente en medio de la selva. Se fue sin decirle una palabra a Natasha. La dejó ahí solita como si no la conociera; como si no fuera su amiga del alma. Se subió a un jeep con un argentino millonario a quien todo indica que conoce muy bien porque apenas lo reconoció, se abrazaron y se dieron de besos. El tipo iba escoltado por algunos mercenarios o guardaespaldas que no dejaron a la rusa averiguar lo que pasaba.

Igualmente extraño fue que de entre la maleza apareciera Paco Jones minutos después de que Rebeca se fuera.

-Estaba seguro de que la encontraría el día de hoy. La amo y quiero estar a su lado el resto de mi vida.

Las palabras cursis y las confesiones sorprenden a Natasha quien no está acostumbrada a esas muestras de amor por parte del mensajero, pero cuando se percata de la tristeza que invade a Paco, lo abraza. Parece que Jones está por llorar; esconde su rostro entre los senos de la rusa.

-¿Cómo llegaste hasta acá? -pregunta Natasha intrigada.

-Llevo días siguiendo su olor -contesta Paco desencajado.

Paco se desploma al piso como un perro que ha perdido a su amo y apoya su cabeza sobre el regazo de Natasha.

La rusa siempre se había sentido atraída por el mejor amigo de su novio. De hecho, han follado varias veces, pero nunca había sentido tanta ternura por él. Acaricia sus cabellos consolándolo por varios minutos.

-No te preocupes. La vamos a encontrar -dice Natasha suspirando sabiendo que está cayendo en un exceso de optimismo- mientras tanto, yo te voy a cuidar.

Lo dice como si Paco estuviera indefenso. De pronto, el mensajero le lame la mano y luego la pierna justo donde termina la falda. Natasha siente cómo se le pone la piel de gallina y se le paran los vellos de la piel. Jones le vuelve a lamer la pierna subiendo la...

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