Enseñan con el ejemplo

AutorDaniel de la Fuente, Virgilio Sánchez, Juan Santana y Verónica Jiménez

Comunidades marginadas en pobreza extrema en México han resultado ser una cantera de talentos. Sin embargo, descubrirlos no sería posible sin el trabajo de instructores y profesores que se arriesgan por una visión diferente de la educación.

Testimonio: Sergio Zúñiga

'La escuela, como la conocemos, deseduca'

Daniel de la Fuente

MATAMOROS.- Esa tarde de graduación nadie se despidió del maestro Sergio Juárez Correa. Ni uno de sus alumnos de sexto grado de la Escuela José Urbina López le agradeció sus clases, se tomó fotos con él o le dijo que le recordaría en los años por venir.

"¿Qué fue lo que pasó?", se preguntó el chico, ignorado en medio de la alegría habitual, los abrazos sentidos, las risas.

Era el 2010 y Sergio no era nuevo en la docencia. El mayor de los tres hijos, todos maestros, que tuvieron un repartidor de Bimbo y una ama de casa que se divorciaron cuando el primogénito estaba en secundaria, había egresado de la Normal en el 2004 con mención honorífica y medalla al mérito, pues fue el mejor de su generación.

Además, había pasado cinco años en la primaria de Higuerillas, Matamoros, a la que asistían hijos de pescadores y a la que le faltaba de todo.

"Le decían 'la zona de castigo', nadie quería ir allá, porque está en las orillas. Fue toda una experiencia", recuerda Sergio, hoy de 31 años, muy gentil, fortachón, de dientes grandes y cabello escaso.

Ahí, Sergio fue sólo maestro apenas dos meses. Lo designaron director y con grupo a cargo, y ante la ausencia frecuente de compañeros, debía cubrirlos. Aquel trabajo, pese a lo duro, lo hacía feliz, aunque al no recibir la plaza prometida a los cinco años -él ya estaba casado con su novia de la Normal, Laura Vanessa, y ya tenían a la primera de sus dos hijos-, pidió su cambio y lo enviaron a la Escuela José Urbina López, situada en la Colonia El Cambio, al lado de un antiguo basurero.

Mientras que en Higuerillas se ganó el cariño de alumnos y padres, con quienes promovió la construcción de aulas de concreto y canchas, su llegada al nuevo plantel representó un drama, ya que suplió a una maestra de tercer grado que había estado con los niños desde el inicio de la primaria.

Durante esos años, Sergio fue un maestro más, pero el suceso en la graduación de sexto grado lo hizo evaluar su vocación: ¿qué estaba haciendo por sus alumnos? ¿Por qué no se acercaban para manifestarle algún reconocimiento?

"'¿Qué les dejé?', me pregunté. 'Nada. Fui un maestro del montón. Algo estaba haciendo mal'".

EL 'MILAGRO' EDUCATIVO

Aproximadamente cada 20 minutos, Sergio recibe una llamada en su celular. La mayoría son de medios de comunicación que se enteraron de que él era el maestro de Paloma Marlene Noyola Bueno, la niña que en el 2012 ganó en la humilde Escuela José Urbina López, de Matamoros, el mayor puntaje de su grado en matemáticas a nivel nacional en la Prueba Enlace.

Gracias al "método de educación radical" del maestro, la habilidad sobresaliente de la niña fue estimulada, por lo que fue catalogada por la revista Wired como la siguiente Steve Jobs.

Esto, sin embargo, quizá no hubiera sido posible de no ser por aquella decepción de Sergio en el 2010, que lo llevó a una conclusión mientras conducía de regreso a...

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