Enrique Krauze / La voz de 'los revolucionados'

AutorEnrique Krauze

Sabemos lo que pensaban de la Revolución los revolucionarios pero ignoramos lo que pensaban quienes no participaron en ella, los que se llamaban a sí mismos "pacíficos" y que el historiador Luis González bautizó como "los revolucionados". (Recuérdese que en el momento álgido de la Revolución Mexicana hubo quizá 100,000 hombres en pie de lucha, en un país de 15 millones.) Justamente para averiguar la opinión de esas mayorías silenciosas, en 1985 don Luis y Friedrich Katz lanzaron un concurso en el que se invitaba a la gente, sobre todo del campo, a que contara cómo había sido la Revolución en su pueblo o en su rancho. Tenía que hacerlo en no más de veinte cuartillas. Se presentaron algunos miles de concursantes, muchos más de los esperados. El resultado -recordaba don Luis- los sorprendió: "todos caracterizaban ese movimiento como una calamidad, un terremoto o un cambio muy perjudicial en el clima". Una pequeña muestra de esos testimonios (la más moderada, por cierto) se publicó por el INAH y el Museo Nacional de Culturas Populares bajo el título de "Mi pueblo en la Revolución Mexicana". A partir de esa y otras fuentes, cabe construir una mínima antología del hambre, la vejación, el despojo, el terror, la peste, el sacrilegio, el abuso, el pillaje, la violación, el sadismo, la xenofobia, el asesinato y el genocidio que caracterizó a todas las facciones revolucionarias, sin excepción, incluida -por desgracia- la maderista. Es la voz de los que no tuvieron voz.

"... Por ese entonces, 1914, en la ciudad de México hubo un hambre tremenda. La gente hurgaba en los basureros para comer cáscaras. Se acabaron los perros y gatos. Los caballos de las carretelas, flacos, sólo llevaban dos pasajeros y a distancias cortas..." Ángel Miguel Tovar, poblano.

"... al otro día entraron los carrancistas al pueblo, y a unas muchachas que estaban en un tapanco las ultrajaron y las tomaron prisioneras. Después de dos días de no haber comido salimos a buscar a ver qué había para comer; pero después no nos hallábamos, y no podíamos regresar a Ayotzingo porque en las inmediaciones había una tropa carrancista vigilando que nadie subiera ni bajara..." Rufina Ortiz Beltrán, vecina de Ayotzingo, en la zona zapatista, ca 1915.

"... Entonces resultaron muchos generales rebeldes contra Carranza... La situación después de esto se puso peor porque entonces por todos lados andaban los generales rebeldes y su gente. Por un lado andaba Higinio Aguilar con su tropa; pero éste se...

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