Enrique Krauze / Las memorias de Díaz Ordaz

AutorEnrique Krauze

Es una lástima que a cuarenta años del 68 las memorias de Gustavo Díaz Ordaz permanezcan inéditas. Su publicación no lo exoneraría de una responsabilidad histórica que él mismo asumió en su totalidad y a conciencia, pero arrojaría nueva luz sobre el episodio y contribuiría a un deslinde más justo de responsabilidades.

Gracias a la intercesión generosa del inolvidable Gilberto Borja, a medidos de los noventa entablé un fugaz contacto con su primo, el Ingeniero Gustavo Díaz Ordaz Borja. Hombre sencillo, caballeroso y serio, accedió a conversar sobre las memorias de su padre. El tema era (y sigue siendo) dolorosísimo para él y su familia. A pesar de conocer mi postura irreductiblemente crítica, Gustavo -en un gesto que agradecí- accedió a permitirme la lectura de esas páginas en su oficina. Finalmente incluí algunos breves pasajes y glosas en mi libro La presidencia imperial.

Sin formar, según recuerdo, una unidad autobiográfica completa, la copia mecanográfica que consulté me impresionó por dos motivos: la marcada inclinación de Díaz Ordaz a ver huellas de una conjura contra México en cada minucia y la mala información con que contó para tomar sus decisiones. En el marco de un sistema que concentraba el poder absoluto en el presidente, ambas condiciones -la paranoia y la distorsión- contribuyeron decisivamente a la tragedia.

A la mentalidad conspiratoria -arraigada firmemente en la biografía personal y pública de Díaz Ordaz- cabe achacar una parte del problema. En muchas ocasiones, el presidente veía -de verdad- "moros con tranchete" o magnificaba datos ciertos pero incidentales, desconectados o, en todo caso, manejables. En aquellos crudos tiempos de la Guerra Fría, la intervención soviética pudo ser tan cierta como la de la CIA, pero el selectivo lente presidencial sólo veía el complot comunista para apoderarse de México, para "cambiar a México". Según el testimonio que recogí de Gilberto Rincón Gallardo, las conspiraciones revolucionarias que Díaz Ordaz consignó en sus memorias (producto de la Internacional Comunista y la Trilateral reunidas en 1967 en la Habana) fueron prácticamente inexistentes en el caso de México, único país iberoamericano que mantenía relaciones con Cuba. Pero para Díaz Ordaz la conspiración era un hecho incontrovertible, peligrosísimo e inminente. A partir de esa premisa, tomó la resolución de llegar hasta las últimas consecuencias, como informó con ominosa claridad el 1o. de septiembre.

Pero la desinformación o...

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