Enrique Krauze / Nuestras llagas políticas

AutorEnrique Krauze

En este repaso que vengo haciendo sobre las relaciones entre el historiador Daniel Cosío Villegas y algunos presidentes de México, toca el turno a Miguel Alemán, quien había sido su discípulo a principio de los veinte en la Escuela Nacional Preparatoria y en la Escuela de Leyes. Seguramente escuchó estas palabras del maestro en el curso inaugural de "Sociología Mexicana", en 1925:

"Crítica, crítica severa, honrada, cuidadosa pero crítica, siempre crítica, aun cuando a veces resulte amarga y dolorosa... Las cosas buenas están bien. Las malas son las que hay que remediar. Es más honrado saber con lo que no se cuenta que jactarse de lo que se posee".

Esa actitud crítica, característica de don Daniel, alcanzó su mejor momento en "La Crisis de México" (Cuadernos Americanos, Enero-Marzo, 1947). El ensayo lamentaba el abandono de los ideales de la Revolución mexicana, pero no fue un veredicto sobre el régimen de Alemán, que apenas comenzaba. No obstante, la ola de ataques oficiales y oficiosos que provocó llevaron a Cosío a tomar una importante decisión. En 1948, a sus cincuenta años de edad, cambiaría de "casaca": dejaría el Fondo de Cultura Económica (entonces en el cenit de su prestigio) para dedicarse de tiempo completo a la magna Historia moderna de México.

En su biografía consigné un encuentro grato entre el presidente y el historiador. Fue en ocasión del quince aniversario del Fondo de Cultura Económica. Por conducto del secretario de Hacienda, Ramón Beteta -que pronunció el discurso oficial-, el gobierno ratificó su sustancial apoyo a aquella institución que era orgullo de México. El valor simbólico del acto no fue menor, porque Beteta había sido el responsable directo de un cese injusto contra don Daniel en la cancillería, en 1936. Ahora no le quedaba más que admitir su error.

Pero las buenas formas no impidieron que el crítico se formara una opinión independiente sobre la marcha del país. La vertió en un breve texto de 1951: México había torcido el rumbo.1

Cosío Villegas creía que los dos fines fundamentales de una sociedad responsable eran el progreso material general y la libertad política individual. En ambos casos, México fallaba. El gobierno no buscaba el bienestar material general sino una versión restringida, el crecimiento industrial, que privilegiaba a la triple casta de los funcionarios, los obreros y los empresarios: "Así, una tesis fascinadora por su contenido de evidente justicia social se transforma en una tesis...

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