Enrique Krauze / La legislatura de la vergüenza

AutorEnrique Krauze

Pete Hamill, admirable escritor y periodista estadounidense -neoyorquino, mejor dicho-, tiene devoción por México. Estudió aquí a mediados de los años cincuenta y desde entonces se volvió mexicano por adopción: ha mantenido su contacto con este país, conoce sus entrañas, fue editor de The News, ha escrito un libro sobre Diego Rivera y hoy pasa la mitad de tiempo en una ciudad de provincia. Yo creo que su pasión mexicana debe mucho a su origen irlandés, ese sufrido, apasionado y católico pueblo, tan parecido al nuestro, que ahora -a diferencia de nosotros- ha decidido dejar atrás las querellas del pasado y modernizarse al grado de que hoy la economía irlandesa es más pujante que la alemana. El 30 de noviembre, Pete me escribió estas líneas por correo electrónico:

Todavía estoy penando por mi querido México, dos días después de la desagradable trifulca en la Cámara de Diputados. ¡Vaya caricatura de la democracia! ¡Qué insulto a la gente pensante que trabajó tan duro por este país a lo largo de los años! Imagínate a Juárez luchando en el piso contra un político regordete.

Varias cosas quedaron claras en los noticiarios de televisión de esa noche. La primera: ninguno de esos "hombres" es bueno para los golpes. En la tierra del Toluco López y el Ratón Macías [...] se veían como mariquitas sin calzones; como personajes de un cuadro de Botero, cuajados de grasa. Mi hermana los hubiera podido noquear. Y cuando se acabó el pleito y los ánimos se calmaron, ¿qué hicieron? ¡Se pusieron a comer! Llegaron las pizzas, los tamales, las tortas. ¡Viva la Revolución!

No les importó un carajo lo que estaban mostrándole a México y al mundo. ¿Cómo le van a hacer ahora estos [...] para explicarle a los jóvenes de las calles la necesidad de dialogar sin pelearse? Si está bien que los diputados se agarren a golpes, entonces está bien que también lo hagan los chavos banda. Es la Doctrina Bush a pequeña escala: ante la duda, la fuerza física.

Al mismo tiempo, las pantallas de todo el mundo mostraron a México como cualquier república bananera. Yo sé que no lo es, tú sabes que no lo es, pero esas imágenes exhibieron un país distinto, lleno de "latinos de sangre caliente". Nadie se preocupó por los estereotipos que están reproduciendo. ¿Qué carajos tienen que ver estos peleoneros idiotas con Octavio Paz, Lázaro Cárdenas, Rufino Tamayo o con esos mil otros que han mejorado al país y el mundo simplemente por estar en él?

Hoy vamos a ver el siguiente acto del melodrama; yo...

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