Enrique Krauze / Justificación del Frente

AutorEnrique Krauze

Veo con simpatía al Frente Ciudadano por México por razones generales y personales. A las primeras llegué recordando una conversación de 1987 con Antonio Ortiz Mena, quien sostenía la necesidad de transitar a un régimen parlamentario. Le parecía la mejor manera de curarnos del presidencialismo imperial mediante el fomento del debate, la negociación y el compromiso, prácticas esenciales de la democracia. En nuestra actual coyuntura, la idea de Ortiz Mena cobra vigencia no porque vayamos a adoptar ese régimen sino porque podemos adaptarlo al nuestro. El Frente Ciudadano por México puede ser el embrión de ese paso histórico.

El Frente es la alianza (hasta ahora más potencial que real) de dos partidos mermados (el PAN y PRD) con un partido de izquierda menor pero importante (Movimiento Ciudadano) y organizaciones civiles y ciudadanos que apenas comienzan a incorporarse. La alianza podría amalgamar la vocación social (la mejor causa de la izquierda) con la tradición democrática (la causa original del PAN), y vincular ambas con la construcción de un estado de derecho, el ejercicio de la razón pública y la rendición de cuentas (causas esenciales de la ciudadanía).

Mucho se ha hablado de los candidatos ciudadanos y es comprensible, dado el desprestigio de la clase política. Pero la elección de un candidato ciudadano al margen de los partidos es disfuncional por las razones que apuntó Karl Popper: la democracia, en última instancia, consiste en remover al mal gobernante, castigándolo no solo a él sino a la institución que lo cobija, al partido. En el caso del "Bronco", por ejemplo, si volviese al gobierno de Nuevo León y terminara mal su gestión, la reprobación ciudadana sólo le afectaría a él, y a nadie más. En cambio la derrota de Rodrigo Medina no fue solo suya sino del PRI. Por eso es indispensable que los candidatos tengan el respaldo de uno o más partidos.

Ese respaldo de varios partidos a un candidato presidencial (y a candidatos a puestos de elección popular en el Legislativo, los gobiernos estatales y municipales y las legislaturas de los estados), supone ya, en sí mismo, una cierta orientación parlamentaria que, en caso de triunfar, implicaría el establecimiento de gobiernos de coalición y el tendido de puentes con las fuerzas políticas derrotadas para lograr la indispensable gobernabilidad.

Es obvio que los partidos, organizaciones y ciudadanos que integran...

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