Enrique Krauze / El discurso de odio

AutorEnrique Krauze

Sorprende y entristece el avance del discurso de odio. Su radical intolerancia frente al otro, frente a lo otro, es característica de los fanatismos de la identidad, ya sea religiosa, racial, nacional, ideológica. Pero su hábitat preferido no es la fe sino la mala fe. Sus armas son muy conocidas, y pueden ser letales.

Ante todo, la mentira y la calumnia, cuyo deleznable profeta fue Goebbels: "una mentira repetida mil veces se convertirá en verdad". No sólo las redes suelen incurrir en ese vicio: también lo propician los diarios y los medios cuando, convertidos en modernos tribunales de la Santa Inquisición, emiten veredictos condenatorios de hechos o procesos sobre la base de opiniones o declaraciones parciales, no representativas ni suficientemente cotejadas; o cuando practican el "Character Assassination" basado en testimonios aislados, unilaterales (y hasta anónimos) sin respetar siquiera la máxima fundamental del derecho: la carga de la prueba recae en el acusador, no en el acusado. En las redes, el derecho de réplica es al menos inmediato, pero en México una anticuada Ley de Imprenta (que data de 1916) vuelve difícil la réplica en periódicos y revistas. Y, si bien la reciente Ley de Telecomunicaciones consigna claramente ese derecho, su efectividad en los medios electrónicos está por probarse.

Además de la mentira y la calumnia, el discurso del odio dispone de un variado herramental de distorsión. Está, por ejemplo, el "doble rasero" para juzgar los hechos, tan antiguo como el Evangelio, que ya advierte contra quienes, por ver la paja en el ojo ajeno, olvidan la viga en el propio. Está también la "homologación" de hechos no homologables, o la amalgama de hechos que nada tienen que ver entre sí. Están a la mano -omnipresentes, rotundas y tan fáciles- las teorías de la conspiración, que en 140 caracteres explican el mundo por la acción vasta y oscura de "los malos". Está el reduccionismo ramplón, las cortinas de humo para ocultar la verdad, las burdas simplificaciones, las exageraciones absurdas, el victimismo paranoico, el siempre tentador maniqueísmo, el ataque ad hominem. Y el público, ávido de sangre y escándalo, engulle lo que le den.

¿Qué hacer frente a esta plaga intelectual y moral que enturbia el presente y amenaza el futuro del periodismo y las redes? ¿Cómo consolidar, en el espacio periodístico, mediático y cibernético, la práctica de valores tan esenciales como el rigor, la...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR