Enrique Krauze / La crisis de la crítica

AutorEnrique Krauze

En memoria de Ulalume González de León, poeta y crítica.

Hace unos días se presentó en la Casa del Poeta el libro "Luz espejeante: Octavio Paz ante la crítica"; publicado por Editorial Era y compilado por Enrico Mario Santí, es una aportación notable al estudio de la vida y obra de Paz.

La variedad que presenta es notable: participan escritores mexicanos, hispanoamericanos, franceses, estadounidenses; hay poetas, ensayistas, críticos literarios y de artes plásticas; se rescatan ensayos, poemas, reseñas, recuerdos, entrevistas.

El contenido es riquísimo. Julio Cortázar, por ejemplo, celebra la capacidad de Paz para reunir en un mismo poema el canto poético y la reflexión analítica. María Zambrano sigue el "descenso al infierno" del poeta mexicano en "El laberinto de la soledad". Harold Bloom repasa algunos títulos para terminar deteniéndose en "Sor Juana Inés de la Cruz o las trampas de la fe" y en "Blanco", su poema predilecto de Paz. Guillermo Cabrera Infante recuerda la ocasión en que conoció a Octavio, en el Londres de 1967. José Emilio Pacheco entrega una original interpretación de "Piedra de sol", y José Lezama Lima dedica un poema a su amigo poeta. José Revueltas escribe una carta a Paz, desde la cárcel de Lecumberri, fechada en 1969, en la que le confiesa que los jóvenes presos leen con devoción sus ensayos y poemas. Irving Howe señala, en una reseña de Corriente alterna publicada en 1973 en The New York Times: "Pletórico de energía, curiosidad e inteligencia, todavía ansioso de gozar de los bienes de este mundo, y amando sólo, como dice, 'la perfección verbal', Octavio Paz es un hombre-orquesta del intelectualismo literario, que interpreta desde las sonatas para cinco dedos hasta una sinfonía completa, e incluso la música electrónica".

La aparición del libro es una buena ocasión para hablar del estado de la crítica literaria en México. La crítica era consustancial a Paz. No podía no hacerla, aun en las circunstancias menos propicias o más casuales. Le gustaba distinguir lo valioso, lo genuino, lo arduo, lo fundamentado, lo imaginativo, lo creativo, de todo lo contario: lo romo, lo fácil, lo torpe, lo confuso, lo contradictorio, lo derivativo, lo falso o, sencillamente, lo mediocre. Distinguir, siempre distinguir. Nunca conceder (por amiguismo, por compromiso, por piedad). Así ejercía la crítica -y así enseñó a ejercerla- Octavio Paz.

Le entristecería el panorama de la crítica literaria actual, lastrada por el peso y los hábitos de...

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