Enrique Krauze / Aniversario en Ingeniería

AutorEnrique Krauze

Este febrero se cumplen cincuenta años del ingreso de mi generación a la Facultad de Ingeniería. Recuerdo la primera semana, la elección de grupos (había nueve) y el temido ataque de los verdugos que acosaban a los "Perros", práctica inocente pero salvaje que -como tantas cosas- cambió en 1968. Comparado con otros compañeros que caminaron con correa por la explanada, me fue relativamente bien: una rapada de "carreterita" enfrente de todo el salón.

El edificio esbelto y espacioso se ha conservado hasta ahora: la rampa entre sus dos cuerpos, sus atareadas escaleras y pisos, los laboratorios (que tenían máquinas centenarias), los colorines del jardín, la cafetería y el auditorio, escenario de las pruebas finales (donde copiar era práctica común pero inútil: los buenos maestros lo descubrían).

Creo recordar a casi todos los profesores. Sobre el matemático Enrique Rivero Borrell he escrito un perfil: así de fuerte siento su presencia, su suave imperativo de orden y claridad. Manuel Chávarri, recién fallecido, era muy querido por nosotros. Nos daba una divertida y sustancial clase de Álgebra. El temible Daniel Huacuja nos enseñó los arcanos de la Geometría Descriptiva. Alfaro Manzanilla impartía Dibujo Constructivo (es un decir, porque estaba en la luna, enamorado). Paillés, una buena clase de Física. Rodrigo Castelazo era un viejo pintoresco, de quien se contaba esta anécdota: "¿Qué es el infinito?", le preguntó alguien. Castelazo tomó un gis, salió pintando las paredes, y así regresó, pintando las paredes, un mes después: "¿Entendió usted, niñito, lo que es el infinito?".

Me vienen a la mente muchos otros: el generoso Odón de Buen, el caballeroso Manuel Viejo Zubicaray, los apreciados hermanos Jiménez Espriú (Enrique y Javier), el dinámico Mauricio Merikanskas, la interesante clase de Ingeniería Económica de Manuel Zevada y el deslumbrante curso de Investigación de Operaciones de su compañero en Stanford, Benito Marín Pinillos; mi humanista amigo Carlos Gómez Figueroa, Juan N. Dyer de León (Resistencia de Materiales), el pintoresco ingeniero De la Serna (Mecánica de Fluidos), don Jacinto Viqueira Landa (elegante y preciso decano de la Ingeniería Eléctrica), el legendario Adolfo Orive Alba (de quien fui ayudante) y nuestro querido director de tesis: Abraham Mariles. De Marco Aurelio Torres H. no fui alumno, pero cuando lo veía en los "Pumitas" -su cantera de futbol infantil- le decía maestro. Lo mismo a...

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