Enrique Krauze / Cómo alentar el voto joven

AutorEnrique Krauze

Si los jóvenes supieran,

si los viejos pudieran.

Refrán popular

La democracia mexicana tiene la edad de los jóvenes, pero los jóvenes votan poco. Esto se ve claro en el similar comportamiento en las siete elecciones del Siglo 21. Según datos del IFE/INE, los muchachos de 18 años estrenaron su ciudadanía votando, pero al paso de los años tendieron a abstenerse cada vez más hasta cumplir los 30. Entonces despertaban lentamente a la necesidad de participar hasta entender -cerca de los 40- que la forma de hacerlo es mediante el voto.

Imaginemos una familia en 2018. Los abuelos, viejos de sesenta años o más, votaron masivamente, por arriba del 70 por ciento. Es natural. Habían vivido el movimiento estudiantil, el populismo demagógico de Echeverría, el faraonismo petrolero de López Portillo, la quiebra de la economía, la virtual parálisis de De la Madrid ante el terremoto del 85, el fraude de 1986 en Chihuahua, la caída del sistema en 1988, la soberbia del salinismo, la irrupción del neozapatismo, el asesinato de Colosio. La mayoría terminó por convencerse de que la democracia y la libertad eran preferibles al régimen hegemónico del PRI y su congénita corrupción. Ese aprendizaje no solo tocó sus ideas políticas sino sus creencias, ese sustrato profundo que no cambia con los vaivenes del azar y del tiempo, y que proviene de la mejor maestra: la experiencia.

Los padres, personas maduras de, digamos, cuarenta o cincuenta años, votaron también (aunque en proporción algo menor, alrededor del 60 por ciento). No podían permanecer indiferentes a la política porque habían padecido algunas de aquellas calamidades del Siglo 20 y quizá por una razón adicional: la esperanza que despertó en la ciudadanía la transición del año 2000. Igual que los abuelos, los padres valoraron la existencia del IFE (ahora INE). Quizá participaron en alguna casilla electoral. Y seguramente apreciaron el clima de libertad que se respiró en México después de soportar el asfixiante monólogo del PRI. Desde entonces, padres y abuelos nunca dimitirían de la elemental responsabilidad política de votar.

Quienes votaron en 2018 por debajo del 60 por ciento fueron los hijos, la generación de los millennials. Confirmando la pauta, solo los electores de 18 años votaron en un 64 por ciento, pero el resto tendió a abstenerse, y era comprensible. Los partidos les repugnaban. El PAN, que representó por seis décadas una oposición cívica casi simbólica pero honesta, manchó ese prestigio con...

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