Enrique Ibarra Pedroza/ Lo que mal empieza, mal termina

AutorEnrique Ibarra Pedroza

El pasado jueves, la actual Legislatura concluyó su periodo de sesiones del año en curso. Lamentablemente, la última sesión fue una réplica de la del inicio de los trabajos parlamentarios en el mes de febrero, caracterizada por el desencuentro y las visiones encontradas entre el PAN y los demás partidos integrantes del Congreso.

Los diferendos en los órganos de representación suelen ser de lo más diverso y variado; desde cuestiones nimias de forma y de procedimiento hasta asuntos de fondo, como fue el asunto del presupuesto de gastos que ejercerá el Gobierno del Estado en el año 2002. A partir de que el Parlamento surgiera como una institución política y jurídica en Inglaterra en el año de 1265, uno de los propósitos esenciales que animaron su constitución fue, precisamente, el económico, como imponerles límites a los Monarcas para el cobro de impuestos, y con el tiempo las asambleas representativas tomaron para sí la regulación y la fiscalización de los gastos de la Administración pública.

El Presupuesto de Egresos se ha convertido, en la práctica, en el instrumento más importante con que cuenta el Gobierno estatal para el diseño y la aplicación de las políticas públicas, a través de él tiene que responder a la sociedad en sus expectativas, necesidades y demandas en materia de educación pública, salud, seguridad, equipamiento y políticas para el campo y las zonas urbanas deprimidas.

El asunto presupuestal fue encarado y abordado mediante dos visiones encontradas: la del PRI y su grupo parlamentario, que desde el mes de septiembre lo puso en la mesa de discusión y propuso reformas legislativas para que el Poder Ejecutivo ventilara y discutiera con oportunidad y públicamente los criterios que animan su política económica para el año que está por iniciar. Es inconcebible e inadmisible que los calendarios de presentación y debate de este tema sean los mismos de hace décadas, y que el Secretario de Finanzas no tenga la obligación de presentar directamente ante el Pleno del Congreso los argumentos de la política de gastos a ejercer.

En contrapartida, el Ejecutivo estatal y sus correligionarios panistas en el Congreso manejaron el asunto del presupuesto con un sigilo y con criterios de secrecía, de prácticas y de tiempos que parecían ya superados. Salvo una reunión del Gobernador con los Diputados priístas que quedó registrada más como una reunión de cortesía que de verdadero trabajo, el panismo se cerró a la posibilidad de confeccionar un...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR