Enfrenta Lula prueba de fuego

AutorJoan Royo

RÍO DE JANEIRO.- En dos días, un tribunal de Porto Alegre, al sur de Brasil, podría decidir el futuro inmediato del País.

Ese día, tres Magistrados juzgarán en segunda instancia al ex Presidente Luiz Inácio Lula da Silva, quien ya fue condenado a nueve años y medio de cárcel por presuntos delitos de corrupción en el marco de la Operación Lava Jato.

El país contiene el aliento porque de confirmar la condena, Lula podría verse apartado de las elecciones de octubre e incluso acabar entre rejas. Pero lo cierto es que el panorama es una incógnita, lo que arroja a Brasil al borde de la enésima crisis política, cuando aún no se recuperó del 'impeachment' de la ex Presidenta Dilma Rousseff y del polémico ascenso del Gobierno neoliberal de Michel Temer.

"Nadie sabe qué va a pasar, si el tribunal confirma la condena su 'elegibilidad' queda absolutamente cuestionada. Una insistencia del partido en lanzarlo como candidato puede arrojar al país a un nivel de indefinición muy grave", comenta a REFORMA la jurista Silvia Batini, profesora de Derecho de la Fundación Getúlio Vargas y Fiscal del Ministerio Público Federal.

De momento, el Partido de los Trabajadores (PT) de Lula avisó de que va a por todas y no se rendirá con una eventual sentencia, a pesar de que la ley impide que un condenado en segunda instancia sea candidato en unas elecciones.

No obstante, la última palabra la tendrá la Justicia Electoral.

"La legislación brasileña permite jugar con el tiempo porque hay una amplia gama de recursos, así que mientras tanto Lula podrá ir haciendo campaña", apunta la jurista.

Todo ello si no es preso antes, algo que a día de hoy parece poco probable.

Mientras se acerca el gran día, para la izquierda Lula ya es un mártir víctima de una conjura judicial y mediática; aseguran que es la única manera de impedir que gobierne de nuevo, puesto que es líder en todas las encuestas de opinión.

El ex Presidente (que gobernó Brasil entre 2003 y 2011), está acusado de recibir un apartamento de manos de la constructora OAS, una de las beneficiadas en la trama corrupta de Petrobras.

Lula asegura que no hay pruebas y en los últimos meses se dedicó a recorrer Brasil en autobús, en encuentros multitudinarios con su electorado que dieron el pistoletazo de salida a una campaña electoral que se prevé de todo menos plácida.

"Unas elecciones sin Lula no serían una situación democrática, sino una intervención que no vamos a...

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