Enfilan directos

AutorCésar Vargas

El 1-0 con el que los Tigres derrotaron ayer al Puebla y se mantuvieron en la lucha por ir directo a la Liguilla no sació del todo la sed de unos aficionados que abuchearon a su equipo por la manera en la que lo consiguió.

Pero las palabras de Claudio Suárez, el tigre desde la tribuna, dieron el beneficio de la duda a unos jugadores que soportaron un partido que inició con una temperatura de 37 grados centígrados, más el factor humedad, y que terminó con un poco de menos calor, pero dejando una sensación de sinsabor en los 28 mil asistentes al Estadio Universitario.

"En esta temperatura es muy difícil poder apreciar un partido muy dinámico, es muy difícil estar haciendo constantemente piques y la gente de repente no entiende", dijo el capitán lesionado.

Los Tigres se adelantaron en el marcador desde el minuto 38 cuando David Oteo tocó elegante, de tacón, a Omar Briseño, y éste sirvió al área a un Aldo De Nigris, quien peinó el esférico hacia donde estaba Hugo Chávez. El defensa recepcionó y cruzó a la derecha del portero Martín Zúñiga para el único tanto del encuentro.

El Puebla vino a echarse atrás en espera de un contragolpe mortal que nunca llegó, ni siquiera cuando Jaguares ganaba 1-0 al Cruz Azul y colocaba de nuevo la soga en el cuello de los Camoteros, en la tabla del descenso.

Apenas a los 8', el brasileño Kléber amenazó con el primer tanto al sacar un cabezazo que Zúñiga desvió apuradamente por encima del arco.

El técnico felino, Ricardo "Tuca" Ferretti, tuvo que modificar pronto su planteamiento, pues Walter Gaitán sufrió una molestia muscular por la que abandonó el campo a los 11' y en su lugar ingresó Aldo De Nigris.

El movimiento obligado no sólo fue hombre por hombre, porque De Nigris no ocupó un sitio en la mediacancha como Gaitán, sino que se sumó como un tercer atacante, en tanto Kléber o Mineiro se alternaban para retrasarse.

La afición vibró con el regreso de Claudio Núñez al Universitario, ahora con la playera del Puebla. El chileno recibió una ovación, aunque también hubo quien lo abucheó.

El segundo tiempo desesperó a una afición que comenzó a silbar a su equipo al apreciar que tocaba lateralmente y que no iba al frente, que no tenía movilidad, ni fuelle, ni ambición. Desde la tribuna se veía a un Puebla sin el coraje de un equipo que busca salvarse del descenso.

Aun así los Tigres tuvieron el segundo gol, como cuando el mismo Mascorro sacó de la raya un tiro de De Nigris, o en la jugada donde Zúñiga atajó del rincón...

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