Encuentros con México/ Ruta de la Serenidad ( I )
Autor | Ricardo Diazmuñoz y Maryell Ortiz de Zárate |
Primera De Seis Partes
"En los viajes nos escuchamos a nosotros mismos"
Bartolomé del Campo
Xochicalco
Aunque la arquitectura de Xochicalco presenta elementos estructurales comunes a todas las culturas mesoamericanas, los arquitectos xochicalcas desarrollaron una concepción estética muy personal, subrayada por la horizontalidad de líneas sencillas y la hermosa plasticidad de sus volúmenes. En esta ciudad fortificada es inevitable que el espíritu y la mente divaguen en varias dimensiones espacio temporales a la vez. Creemos que ello se debe, por una parte, al medio ambiente que circunda a la zona arqueológica; por otra, a la organización y al emplazamiento dinámico de las estructuras.
Desde lo alto del cerro donde se asienta el centro ceremonial, la mirada se desplaza sobre una geografía que a veces acerca a las montañas y en ocasiones las aleja más allá de las lagunas El Rodeo y Coatetelco, azogues tranquilos que decoran con su resplandor la planicie de extensos verdes y ocres. Hacia donde se camine se advierte la elegancia de las proporciones arquitectónicas, sobrias en su diseño, precisas en la distribución de los espacios exteriores (plazas, calzadas, patios) e interiores (vestíbulos, aposentos).
La expresión formal de los edificios civiles y religiosos de los juegos de pelota y los conjuntos residenciales es tan notable que exige reverencia.
Los logros obtenidos por los arquitectos xochicalcas, apenas sugeridos por lo que aún hay de grandioso en el ámbito arqueológico, invitan a una reflexión sobre el pasado mesoamericano y lo que ahora somos. Si consideramos el enorme esfuerzo que implicó modificar artificialmente el cerro mediante cortes, rellenos, muros de contención, nivelación de planos, construcción de calzadas, patios hundidos y terrazas concéntricas que en distintos niveles están adosadas a los contornos del cerro, e imaginamos los recubrimientos de estuco y las pinturas que decoraban los vestigios pétreos y sopesamos que todo ello se realizó en un periodo que no excede los 200 años, no podemos se indiferentes y transitar por la apasionante urbe sólo por curiosidad.
Estamos en un lugar sagrado, no hay que olvidarlo. No hay que olvidar que Xochicalco y Quetzalcóatl nos enlazan al pensamiento fundamentado en el amor. La filosofía de esta divinidad "enseña que la grandeza humana reside en la conciencia de un orden superior", escribió Larette Séjourné, y agregó: "Quetzalcóatl es el signo que contiene la revelación del origen celeste...
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