Encuentros con México/ Los minerales jugosos

AutorRicardo Diaz Muñoz y Maryell Ortiz De Zarate

"El destino de todos, como el del viandante, es el de caminar por muchos senderos"

I Ching

Guanajuato (Continúa)

Escabullirse hacia el Jardín Reforma para acceder al Mercado Hidalgo y adquirir dulces y artesanías de la región, le depara al paladar dos delicias. A la entrada del mercado y en su entorno se estacionan pequeños carritos, unos venden exquisitas tortas de carnitas (las de Sam son las más solicitadas), y otros expenden "guacamayas" (tortas de duro de puerco, es decir, chicharrón seco con aguacate, limón y salsa pico de gallo). Terminado el antojo, es inevitable desplazarse hacia la Plazuela de los Angeles para introducirnos en el archiconocido Callejón del Beso y escuchar la vieja leyenda de los amantes narrada por los niños. Olvídese del tiempo y vagabundee por los callejones para arribar en cualquier momento a la colosal estatua del Pípila (héroe insurgente), a la que también se accede en funicular.

El encuentro con los museos es una experiencia espléndida. Pasamos de una atmósfera y de una época a otra como si transitáramos por los interminables túneles de un sueño. En los museos Iconográfico del Quijote, del Pueblo, Diego Rivera, Alhóndiga de Granaditas, Alfredo Dugés, Mineralogía, Olga Costa-José Chávez Morado, Gene Byron y San Gabriel de Barrera, se conjugan exposiciones, conferencias y presentaciones de libros y audiovisuales en el volar de los días.

Y entre uno y otro, la cadencia de plazuelas y calles, la dulcería El Cubilete (compramos unas "glorias" y unas natillas) y las exquisitas cocadas de doña Ofelia González, las mejores que hemos saboreado en todo el País (Barranca 12); se consumen tanto que hay que solicitarlas con antelación. En cualquier momento pasaremos por la casa natal de Jorge Negrete y por la casa natal de Emma Godoy, autora, entre otras obras, de "Erase un hombre pentafásico". La casa de la escritora (Cantarranas, 6) está actualmente en restauración.

En Guanajuato es preciso darle un tiempo al tiempo para andurrear por el Paseo de la Presa de la Olla (1741/1749), donde se yerguen varias residencias campestres datadas de 1846 a 1910 (una de ellas presume su art nouveau), y la Presa de San Renovato. Descansar en los jardines Antillón y Las Acacias y asomarse a la Escuela de Música, al Palacio de Gobierno y al Templo de la Asunción (1873/1875), son el interludio para adentrarse en los muros de Leyendas de Guanajuato y la Casa de la Tía Aura, evidente homenaje a la ficción Aura, de Carlos Fuentes. Ojalá no...

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