Encuentros con México / Los venerables caminos

AutorRicardo Diazmuñoz y Maryell Ortiz de Zárate

Tetela del Oro

(Continúa)

El arribo a la Plaza de Armas nos arroja de sopetón en el centro de una bella serie de imágenes de las poblaciones de esta sierra. El Palacio Municipal y su portalote de grandilocuencia porfirista, los establecimientos circundantes, tan serranos en su desordenado acomodo (alguno en afán de modernidad desbarra en ridículo oropel), los prados y los árboles bien cuidaditos, y la gente sentada en las bancas conviviendo con pájaros y charlas, propician espléndidos días, maravillosos. En lo alto de un vericueto y cruzando un puente que alardea sobre la calle principal, se yergue con arrogancia centenaria la parroquia de Nuestra Señora de la Asunción (Siglos 17 y 18).

Al caminar por Tetela es fascinante adentrarse en las fraguas (así llaman los lugareños a las herrerías); ahí, uno puede observar en el rostro de los labradores, el carácter y la personalidad de la gente de esta tierra, hombres y mujeres alegres, tranquilos, en su mayoría apiñonados, orgullosos de andar por los venerables caminos de esta sierra. En la fragua El As, conversamos con Fernando Segura y Miguel Bonilla. Charlas entre golpes rítmicamente alternados, palabras aleccionadoras sobre su trabajo y los instrumentos que afanosamente forjan: bieldos, rastrillos, zapapicos, azadones, chuzos (coas), barretas y otros más.

La visita a la exposición de muebles que don Carlos Bonilla y sus carpinteros fabrican con empeño, es un acercamiento al maravilloso olor de la maderas de pino, ayacahuite, papalote, y diversas especies que se dan en estas montañas, tan invitantes a la caminata o al paseo a caballo.

Esta zona es pródiga en duraznos. En los meses de marzo y abril se da una maravilla de sabor excepcional a la que llaman "duraznito de abril". Doña Arquímedes Salazar, esposa de don Carlos, nos regaló una cesta repleta. La señora se llama Arquímedes simplemente porque su padre es un enamorado de la ciencia y filosofías griegas.

Cerca de la casa de don Carlos, se encuentra la casa de su hermano Rafael, pintor que ha ganado varios premios nacionales e internacionales. A un lado de su casa y de su estudio, don Rafael Bonilla erigió un bello espacio dedicado a una galería de arte; ahí expone sus propias obras, las de sus alumnas Luz María, Estela y Evangelina Zamitiz, las de otros pintores locales, y algunas de artistas regionales y nacionales. Cada año, para las fiestas en honor de la Asunción de la Virgen (15 de agosto), la muestra pictórica es renovada.

En el museo...

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