Encuentros con México/ De la montaña a la costa

AutorRicardo Díazmuñoz y Maryell Ortiz de Zárate

"El panorama cambia como una película desde todas las esquinas"

Martín Adán

San Ignacio (Continúa)

El pueblo parece suspendido en la añoranza, es viejo y tranquilo, muy dado al respeto de sus costumbres. Muchos establecimientos comerciales, incluido el cine, integran su nombre a la fachada en relieve de yesería, lo que les otorga una añeja distinción.

La elegancia del Palacio Municipal domina la plaza de armas, cuyo quiosco, en blanco y rojo, se antoja de juguetería. La parroquia consagrada al santo patrón y algunos edificios de ladrillo merecen una larga y detenida observación, pues el concepto arquitectónico es un sello característico de las grandes construcciones esparcidas en el municipio. La plazuela del antiguo y tradicional barrio de La Nanchi, el inmueble de la Casa de la Cultura, sabiamente conservado como patrimonio histórico de San Ignacio, y el Museo de Cultura Popular, son espacios donde el visitante puede sumergirse en múltiples evocaciones pretéritas, sobre todo en el museo, alojado en el inmueble que ocupaba el antiguo mercado; en él se exhiben fotos antiguas, implementos mineros, utensilios de labranza, ruecas y telares, bateas de salate, una barra de oro y plata y la réplica de la tienda de raya de la Hacienda La Labor.

En los terrenos del DIF brotan varios manantiales de aguas termales a diferentes temperaturas, y hay un pequeño jardín botánico. La cumbre de la Mesa, que cobija a la población, es el ámbito dedicado a las instalaciones deportivas; sus frescas alturas son un mirador estupendo para apreciar la calidad de la luz que matiza el paisaje: abajo, la población y sus palmeras, el río y el puente; en torno, las montañas, alhajeros de prodigiosas plantas medicinales.

La región de Piaxtla, nombre originario de la localidad, fue una de las últimas del noroeste mexicano que conquistaron por los españoles. Estas tierras, dominadas por los hinas, descendientes de los xiximíes, fueron reducto de los misioneros jesuitas a partir de 1748, quienes establecieron, río arriba de la cabecera, la misión de Santa Apolonia; luego vinieron otras. Por esas fechas comenzó a cobrar auge la minería regional, actividad que llegó a su clímax en el Siglo 19, cuando se explotaron los yacimientos de la famosísima sierra de El Candelero.

Ahora, en el noble espacio del municipio se desarrolla una creciente industria. Cuando el viajero recorre el territorio se percata, entre otras novedades, de los tres grandes termos que recolectan la leche de...

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