Encuentra la calidez sureña

AutorHomero Fernández

Punta del Este es un brazo que se estira como una escollera entre el Río de la Plata y el Océano Atlántico. Es, desde hace varias décadas, el principal centro de atención del verano austral, en clara competencia con Río de Janeiro y algunas otras bellas playas del sur brasileño.

Es simplemente Punta para los asiduos, y es más que uruguayo, un refugio argentino e internacional durante los dos primeros meses de cada año.

Sin la exuberancia, ni la calidez de las aguas turquesas del Caribe, tiene un encanto que la hace especial. Es una ciudad pequeña, todavía domesticable por el viajero, con toques de naturaleza debido a sus bosques de pinos que oxigenan las casas y los apartamentos.

Punta también ofrece la hospitalidad agradable y sencilla de esmerados prestadores de servicio que saben que viven de estos meses durante todo un año.

¿Al sur para tomar sol?

Como siempre ocurre, para todo hay razones a favor y en contra.

La particularidad atractiva de este destino no está sólo en sus playas, amplias y largas, de arena fina color dorado, sino en su ambiente.

Es un lugar para ir con la familia, pero también para disfrutar la soltería.

Las distintas playas que se prolongan por la península cobran personalidades propias, auspiciadas muchas veces por marcas comerciales que construyen paradores con comida y bebidas, todo ambientado con buena música en vivo o una excelente selección digital.

Es fácil instalarse también lejos de ese bullicio buscando algún rincón tranquilo con una sombrilla propia o rentada, observando el mar o el río como mar. Es decir, yendo a Playa Brava, la oceánica, o a Playa Mansa, la del Río de la Plata.

La primera es un poco más salvaje en el oleaje (nada comparable con el Pacífico), la segunda más tranquila, ideal para el juego de los niños y de los que suelen tropezarse con la primera ola.

La Avenida Gorlero es la principal y concentra las más importantes boutiques. Es también el paseo obligado antes o después de la cena, el más concurrido para poder observar lo último de la moda del verano en escaparates y en personas.

A un lado, como casi todo allí, está el puerto, que suele llenarse de pequeñas y medianas embarcaciones. Y, cada vez con más frecuencia, de cruceros.

Alrededor de ese paisaje se asientan los principales restaurantes de mariscos...

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