Encrucijada

AutorAlberto Barranco Chavarría

Al margen del explosivo resultado del buscapié lanzado por el equipo de transición del Presidente electo, Vicente Fox, la propuesta original para empatar la tasa general del IVA con la fijada para alimentos y medicinas se llevaría a la consideración del Congreso en el periodo ordinario de sesiones de abril del año próximo... lo que implicaría su puesta en escena en el año 2002. El proyecto hablaba de poner en la mesa la posibilidad de mantenerse la tasa cero sólo en dos productos ubicadas como básicos de básicos: tortillas y frijoles.

Ahora que de rasarse finalmente a tasa 15 el total de las exenciones, el cálculo habla de un aumento en la recaudación general equivalente al 2.5 por ciento del Producto Bruto Nacional, alcanzándose el 2 sin la posibilidad de los alimentos considerados como intocables. Por lo demás, la meta original -a contrapelo de la propuesta presentada por un grupo considerado como representativo del empresariado nacional que la ubicaba en 3 puntos adicionales- era incrementar la cosecha fiscal en 5 puntos del PIB, es decir avanzar de golpe del 10 al 16 por ciento del monto total de ingresos del país. Habría, pues, vías alternas para alcanzar el resto.

Una de ellas, por ejemplo, provocaría una oleada de indignación de proporciones similares a las alcanzadas con la finta del IVA en alimentos y medicinas: gravar las prestaciones que ofrecen las empresas a sus trabajadores, lo que implicaría de entrada integrarlas en calidad de percepciones salariales. Ahora que en contraparte, la propuesta del equipo de transición del Presidente electo de México hablaba de establecer una tabla única que gravara en forma proporcional, en una escala del cero al 30 por ciento, los ingresos de las personas físicas, estableciéndose una serie de beneficios para quienes alcanzaran percepciones inferiores a cinco salarios mínimos. Adicionalmente, la intención era analizar la posibilidad de hacer deducible la inversión en vivienda.

Lo cierto es que en el marco del anuncio del fin de todas las prerrogativas tributarias, se eliminarían originalmente las posibilidades de créditos fiscales justo para quienes perciban hasta cinco salarios mínimos. Una y otra, o si lo prefiere una por otra. La nueva estructura de todos coludos o todos rabones, naturalmente, apuntaría a la eliminación de los regímenes especiales de tributación de que gozan al menos dos sectores productivos: el del transporte y el agropecuario, que incluyen a empresas gigantes como Bachoco...

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