Me encanta la pornografía

Leí por ahí que en Estados Unidos existe una biblioteca que alberga la más grande colección porno del mundo. ¡Já! No han abierto mi armario. En la última repisa, protegida de los ojos de quienes no quieran al menos levantarse de puntitas, están perfectamente clasificadas las muchas películas que han hecho las delicias de mi reproductor de DVDs. Me gustan todas, pero las tengo ordenadas de acuerdo al grado de lubricidad que me hayan provocado. Dicho de otro modo: Las más cachondas las pongo más a la mano.

Hay de todo en mi catálogo. Hombres contra mujeres; mujeres contra mujeres, hombres con hombres, sexo en grupo y otras ocurrencias bizarras. No hay un orificio capaz de ser penetrado, que habiendo sido filmado, no forme parte de mi pornoteca. Me encanta ver los rostros de las actrices cuando son invadidas por los descomunales aparatos de los varoniles actores. Me excita ver esos enormes miembros retorcerse en cuanto acceso encuentran al cuerpo de la dama. Me fascina ver las contorsiones impresionantes, dignas de la presentación estelar del Ringling Brothers and Barnum & Bailey, que hacen quienes son filmados para lograr hacer el amor y que sus genitales fusionados salgan a cuadro. Me hipnotizan esas tomas cerradas que parecen a veces robadas de un documental ginecológico. Me prende ver un rostro hermoso que se inunda en espuma blanquecina, el rictus en una actriz que es penetrada por el recto, las manos desperdigadas que se aglutinan para acariciar cuanto centímetro de piel se les ofrece. Me encanta la sinfonía de placer, sudor y fiesta que ofrece la pornografía.

Soy coleccionista por casualidad. Hace tiempo, tal vez en otra vida, tuve un novio que gustaba del cine porno. Cuando se fue de mi casa, después de un pleito estrepitoso, no le di tiempo ni oportunidad de recuperar su incipiente, pero sólida, colección de videos del tema. Como ya me había acostumbrado al estímulo, decidí incrementarla. Pronto me hice marchanta cotidiana de varias sex shop que ponían a mi disposición y a precios preferentes las últimas novedades y las mejores recomendaciones. Hasta mi casa llegaban los paquetitos con lo que salía al mercado, desde las grandes producciones hasta el porno casi furtivo. El repertorio se fue consolidando de tal forma que hay incluso discos que no he podido ni sacar de su empaque.

Yo creo que es cuestión de morbo. No sé si sea eso lo...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR