Enarbola Aponte una danza social

AutorErika P. Bucio

La primera coreografía de Serafín Aponte, Buscando tierra (1985), fue un solo sobre el autodestierro, sobre el haber emigrado. La tierra buscada no era la tierra prometida sino su patria chica: Guerrero. ¿Por qué tuvo que salir? ¿Por qué no pudo desarrollarse profesionalmente allá?

Aponte marchó a la Ciudad de México con Barro Rojo, la compañía con la que se inició en la danza contemporánea en 1982.

El regreso a su tierra ha sido como un déjà vu. Como si nada hubiera existido. La vuelta a empezar. Parecía que en 2007, invitado al Festival de la Nao, por fin lo escuchaban: había que tener lugares donde formar a una nueva generación de bailarines. Su Estado, siempre tan politizado, parecía olvidarse de que el arte también es necesario y prioritario.

Tuvo que esperar hasta 2013 para empezar con ello, en Acapulco, pero las adversidades no han sido pocas. El huracán "Manuel", ese mismo año, destrozó las instalaciones donde enseñaba, y tomó las plazas y los parques. Su experiencia con Barro Rojo le permitía no tener ninguna reserva al respecto.

Con las Caravanas por la Paz, durante dos años, barrió su Estado: Tierra Caliente, la Costa Chica, la Montaña, el Centro. Zonas difíciles. "Ayot-zinapa fue un detonador impresionante de cómo la sociedad guerrerense comenzó a convulsionar". De por sí venía con un deterioro provocado por la pobreza y la inseguridad. Son muchos los desplazados por la violencia. "Por los que se quedan estamos ahí", sentencia.

Hoy enseña en la Casa de la Cultura de la Costera Miguel Alemán. Para llegar a sus clases, hay que jugarse a veces hasta la vida. En su celular ha recibido mensajes de sus alumnos avisándole que llegarán tarde por una balacera. O que no llegarán. "En esa realidad convivo y se me parte el alma", dice.

Pasa en su tierra cuatro de siete días de la semana y va a donde lo llaman. Chilpancingo, Iguala o Taxco. Este año espera que sean más lugares. Implica un enorme esfuerzo físico, reconoce, pero enfatiza: "Los jóvenes son mi motor".

El cambio de estafeta es importante porque el cuerpo se cansa. "Pero no el alma ni la pasión", advierte el bailarín, quien cumplió 54 años el pasado 4 de diciembre y cuya trayectoria artística y docente es ahora celebrada con el Reconocimiento Danza UNAM 2017.

A Aponte, huérfano de padre desde los 9 años, la danza lo rescató. "Tal vez de la ignorancia en...

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