Empresarios en Crecimiento/ Gente con capacidad de compromiso

AutorCarlos A. Dumois

Cuando uno se rodea de gente que de verdad se identifica con la empresa y se entrega al cumplimiento de sus responsabilidades, las posibilidades de crecer se multiplican. Pocas cosas pueden detonar con mayor fuerza la capacidad de logro de una organización que el contar entre sus filas con un grupo humano de calidad, seriamente comprometido. Claro que el líder hace mucho por integrar a su gente en torno a una visión común, pero de poco le servirá hacerlo si no ha integrado personal dispuesto a luchar por ella. La cuestión es aprender a distinguir cuándo nos encontramos ante personas con verdadera capacidad de compromiso.

He tenido la fortuna de conocer a varios empresarios que tienen esto bien claro y que han desarrollado la capacidad de identificar esta cualidad en los prospectos para trabajar en sus compañías. Con el tiempo he aprendido a detectar hombres y mujeres con esta facultad para comprometerse. Mis maestros han sido sin duda esos mismos empresarios, que tanto me han enseñado, pero también puedo afirmar orgullosamente que he logrado integrar a mi firma un grupo de personas extraordinarias cuya entrega va más allá de toda relación profesional.

La gente que puede comprometerse, quiere hacerlo. Es decir, el que alguien se solidarice plenamente con una misión no es circunstancial, no es casual; es porque está lista y dispuesta a sentirse parte de ella. Es más, podríamos decir que a los colaboradores que se involucran a fondo con un proyecto sólo les falta una causa valiosa y un líder visionario que se la venda. Esas personas, como se dice popularmente, "pagan porque las alquilen", están preparadas en sí mismas para establecer compromisos serios y a largo plazo.

Podríamos decir que existe una especie de perfil del profesional abierto a compromisos. Los rasgos fundamentales que componen este perfil son tres: honestidad, amor al trabajo y espíritu de servicio.

Sin duda la honestidad es la característica básica de estos profesionales. Vemos aquí la honestidad como entrega incondicional, como congruencia entre el pensar, el decir y el hacer. Es ser derecho a carta cabal, es saber que lo que se dice es de verdad lo que se pretende hacer, que la veracidad estará por encima de todo y que se respetará lo acordado. Es poder responder con la certeza de que hemos puesto los intereses institucionales por encima de los intereses personales. Hay una serie de valores y virtudes entrelazadas en la persona honesta: integridad, lealtad, rectitud, honor...

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