Empresa Internacional / La abundancia perdida

AutorGuillermo Mendoza

La reciente muerte de José López Portillo se convirtió en los medios masivos de comunicación en el tema de un juicio histórico, post mortem e inmediato de la función presidencial del occiso, ejercida entre 1976 y 1982. Y lejos del reconocimiento a las acciones positivas de su sexenio, principalmente en el materia política, los consensos se aglomeraron en la catástrofe económica que el populismo y la frivolidad prevalecientes en su gestión acarrearon a nuestro país.

La dilapidación masiva de recursos, los excesos frívolos, el nepotismo y el autoritarismo marcaron esos años como una época paradójica en la historia de México, con la oportunidad coyuntural de la escasez de petróleo en el mundo, lo que trajo recursos nunca antes vistos en nuestro País para haber transformado la fisonomía estructural de nuestra patria.

Los comentarios críticos de hace algunos días hubiesen sido de gran dolor ante el héroe transformador de México, pero no fue así. La historia lo ha juzgado aun antes de su muerte y el hombre que tuvo en sus manos el poder y los recursos para la gran transformación mexicana se fue más con pena, reclamo y olvido que con la gloria y el tributo que los mexicanos de los siglos del futuro le hubiesen otorgado y bien se hubiese merecido. El caso de López Portillo y su catastrófico sexenio populista, es un caso de libro de texto que ilustra los ciclos inútiles del populismo; y bien útil sería para los políticos con ambiciones en el corto plazo leer con atención los hechos y las consecuencias de esa tentadora estupidez.

López Portillo recibió el País con una deuda significativa de 19 mil millones de dólares, contraída casi en su totalidad durante el sexenio de su antecesor Luis Echeverría, y al final de su sexenio entregó las finanzas públicas con una deuda externa de 80 mil millones de dólares, prácticamente sin reservas de divisas. Además había recibido recursos por exportaciones por una cantidad aproximada de 100 mil millones de dólares. ¡¡¡Vaya dimensión de las cifras!!! El valor del peso disminuyó de cerca de 20 pesos por dólar al inicio de su sexenio, hasta 150 pesos por dólar a fin del periodo presidencial.

En un capricho histórico e ilustrativo de los presidencialismos imperiales, estatizó la banca faltando solamente tres meses de su periodo sexenal, en medio del desconcierto y la frustración de una gran mayoría de los sectores productivos de la nación mexicana. La estatización de la banca fue la activación de una bomba de tiempo...

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