Empresa / Bonos educativos

AutorAlberto Barranco Chavarría

Al amanecer de la década de los 80s del siglo pasado, la dictadura pinochetista chilena inició una profunda reforma de su sistema educativo, cuya novedad más relevante era abrir la posibilidad de competencia entre las escuelas públicas y privadas, vía la expedición de vales educativos, a título de becas, canjeables indistintamente en unas y otras.

Digamos que con los papeles en la mano, los padres de familia tenían la opción de inscribir a sus hijos en el plantel que más les conviniera, en cuyo escenario las escuelas públicas se obligaban a pugnar por mantener la matricula para no perder subsidios, al tiempo que el Estado les otorgaba autonomía administrativa para responder a la demanda.

El esquema planteaba, en la carambola, descentralizar la administración de las escuelas públicas hacia los Municipios, por más que el Gobierno central mantenía la responsabilidad de los contenidos, calidad y regulación de la enseñanza, modificando en paralelo el esquema de contratación del personal docente, para hacerlo competitivo con el del sector privado.

La pinza se cerraba con la creación de un instituto encargado de medir el desempeño académico de los estudiantes.

El caso es que a 2 años de las reformas, uno de los primeros frutos del nuevo marco fue abatir del 8 a sólo 2.2 por ciento la deserción escolar.

El siguiente, profundizada la reforma en la década posterior, vía un incremento en la calidad de la enseñanza, una mayor infraestructura en las escuelas, total transparencia en evaluación, y una mejoría en las condiciones laborales de los maestros, fue un notable incremento en el promedio general de calificaciones, que llegó a ser de hasta 30 por ciento.

Ahora que Dinamarca tuvo una experiencia similar en 1990, al transformar su estructura para obligar a las escuelas públicas y privadas a competir por financiamiento del Gobierno según su matricula, lo que fomentó la creatividad de las escuelas para retener a los alumnos, ensayando, incluso, nuevos métodos de enseñanza.

A su vez, Nueva Zelanda reformó su sistema educativo a partir de 1989, bajo un esquema de descentralización, y por tanto, mayor autonomía a las escuelas para administrar su presupuesto, la participación de los padres de familia en la junta de Gobierno escolar, nuevos organismos públicos de monitoreo y evaluación académica, libertad en la elección de la escuela, y un cambio en los contenidos de los programas escolares.

El caso más próximo al País, empero, llegó a los Estados Unidos en...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR