Empoderadas por la cocina

AutorNayeli Estrada

Tres proyectos de resiliencia femenina gestados entre recetas, fogones y hornos

RECETARIOS CONTRA EL OLVIDO

Entre áridos parajes de tierra revuelta por la desesperación, en el infierno de los desiertos y frente el susurro de la indiferencia, palas y picos, a punta de dolor, no son las únicas herramientas para buscar a quienes fueron llevados por la fuerza.

A fuego lento, cerca de esos terrenos históricamente olvidados por la sociedad y el Estado, se cuece la revolución de las mujeres que se quedaron esperando el retorno de los suyos. En sus fogones la memoria se desentierra.

"Algunos han dicho que nuestro movimiento es un amor terco, que nos hace buscar, pero amamos a las personas con las que compartimos la vida y ese lazo no desaparece en cuanto la persona no está; al contrario, se estrecha.

"Para las que buscamos a una persona desaparecida, la salud mental y física son las primeras afectadas, porque en el primer momento la angustia se apodera de nosotras", declara una de las Buscadoras de Guanajuato (uno de los 15 colectivos dedicados a rastrear a los ausentes), quien prefiere conservar el anonimato.

Esas familias han encontrado lugar de reunión, refugio y consuelo en la cocina, en el "Recetario para la memoria".

Acompañamiento y fortaleza son los ingredientes requeridos para plasmar sabores, costumbres y tradiciones de quienes solían ocupar el lugar en la mesa, hoy vacío. Primero lo hicieron Las Rastreadoras del Fuerte, en Los Mochis, ahora lo gestan las Buscadoras de Guanajuato.

"Siempre dicen que aunque yo encontré a Roberto, sigo buscando; pero sé que cada vez que encontramos un 'tesoro' (así se refieren a los restos de un desaparecido), él me ve contento desde el cielo, me aplaude", cuenta Mirna Nereida Medina, fundadora del colectivo Las Rastreadoras del Fuerte.

Roberto Corrales Medina fue llevado a la fuerza el 14 de julio de 2014, cuando tenía 21 años. Después de tres años de búsqueda incansable, Mirna, su madre, logró encontrar su "tesoro". En su lucha, reunió a 195 familias y estructuró la columna vertebral de la Ley General en Materia de Desaparición Forzada de Personas.

"Fui de las últimas en producir mi receta, no me atrevía. Fue algo muy fuerte, sentía que Roberto iba a llegar, de pronto, a meter la mano para pellizcar la comida, pero ya casi lista la comida, pensé en el gusto que le daba -donde quiera que esté-, que su madre volviera a cocinar", relata.

No hay precisiones que alcancen a retratar la realidad del desgarro. La cocción de los Recetarios para la memoria es curativa, brinda un poco de esa atención psicológica a la que los núcleos familiares rotos no siempre tienen acceso.

"Usamos la comida como centro, para reunirnos entre compañeras y con la familia alrededor del platillo favorito de nuestra persona ausente.

"Preparar de nuevo el platillo, poner plato, vaso, tenedor, mantel... especial para nuestra persona desaparecida, la trae nuevamente. Cuando volvemos a quemarnos volteando una tortilla o cuando la cebolla nos hace llorar, podemos tener una especie de terapia...

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