Entrevista / Elmer Mendoza / 'Me gusta el mexicano que acepta sus fracasos'

AutorEdgar A. Hernández

El viaje que más desea Elmer Mendoza (Culiacán, 1949) transcurre en Metro y tiene un único atractivo: el poder encontrar un hombre que vaya leyendo alguna de sus novelas.

"Ya me ha pasado en aviones, pero quiero que algún día suba en Balderas y encuentre a un señor, de esos que viajan diario en Metro y que no se toman la vida muy en serio, siendo cómplice de mis historias", indica el narrador sinaloense.

Mendoza es uno de los narradores más reconocidos de lo que se ha llamado la narcocultura, por integrar en su obra aspectos que tienen que ver con la violencia, la frontera y el tráfico de drogas; pero en su más reciente novela, Efecto tequila (Tusquets), da un giro a su escritura y ofrece una historia de espías, donde su protagonista, Elvis Alezcano, encarna un antihéroe que es la síntesis del mexicano que más le gusta al autor: aquel que no tiene problemas para aceptar sus fracasos.

Ganador del Premio Nacional de Literatura José Fuentes Mares por El amante de Janis Joplin, Mendoza ofrece en Efecto tequila un viaje por México, España, Brasil y Argentina, donde el lector enfrenta un reto durante las primeras páginas, ya que el autor explora un lenguaje muy parecido a la divagación, que se aleja de cualquier historia lineal.

En su nueva novela el protagonista deja la frontera y va a un viaje por Europa y Sudamérica. ¿Esto marca un cambio en sus novelas?

El viaje en la literatura es una tradición desde Homero o Virgilio, pero en la actualidad se ha convertido en un género de escritura. En mi caso lo utilizo para evitar el espía doméstico, el autoespía, y para poder crear un personaje que está un poco fuera de forma dentro del espionaje y que por tal motivo sigue las pistas más elementales, que al final se convierten en las más convenientes.

Rescato una historia que parte del Renave (Registro Nacional de Vehículos), pero con un lenguaje y un ritmo que integra una multiplicidad de voces. Me gusta que mis personajes sean producto de un tejido de muchas cosas, pensamientos, recuerdos, diálogos, especulaciones y divagaciones. Una serie de líneas que intento resolver lingüísticamente bajo un hilo discursivo que no usa historias lineales. En ese sentido, necesito de la complicidad del lector desde la primera línea, para que se atreva a pasar esa cortina y empiece a sentirse dentro de un espacio donde pueda sobrevivir y divertirse.

¿Por qué en la novela no se habla del ex director del Renave, Ricardo Miguel Cavallo, y sí...

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