Carlos Elizondo Mayer-Serra / ¿Qué celebramos?

AutorCarlos Elizondo Mayer-Serra

Este año hemos tenido unos 8 mil 200 ejecutados según el conteo de Reforma, más que en todo el 2009. El país vive un problema de violencia inédito. El reto de seguridad amenaza la soberanía estatal. La economía crece poco y nos estamos quedando atrás incluso respecto a países como Brasil. Por lo vivido este año no hay nada que celebrar.

Tampoco hubiera habido razones para hacerlo si el Bicentenario hubiera caído en marzo de 1995, en medio de una crisis económica que amenazaba con quebrar al país y a sus instituciones, ni en diciembre de 1982, tras devaluaciones sucesivas que llevaron el tipo de cambio de 26 pesos por dólar a comienzos de febrero a 149 en diciembre. Tampoco habríamos tenido razones para celebrar en 1968, después de Tlatelolco. Los muertos del 68 se olvidaron en la olimpiada. En ese sentido ahora estamos peor. Los muertos continuarán durante la fiesta y después.

En otro sentido, de haber coincidido con el Bicentenario, habríamos creído que diciembre de 1993, con el TLC por entrar en vigor, era el momento para celebrar. Sin embargo, el 1o. de enero de 1994 irrumpió el zapatismo. Fue un año de calamidades. ¿Se imaginan cómo habríamos celebrado alegremente un Bicentenario el 5 de febrero de 1982, en el llamado día de la República, cuando el Presidente podía reunir a toda la clase política para rendirle pleitesía? Días después se devaluaría el peso que ese 5 de febrero prometió defender como perro.

Si nos quedamos en la coyuntura, los motivos para celebrar dependen de la casualidad de cuándo cae la fiesta. Si partimos de nuestra historia reciente, ésta da para pocas fiestas, y cuando hubiéramos pensado que era momento de celebrar, estábamos, muchas veces, cerca de un serio problema.

El festejo, se dirá, es por lo sucedido hace 100 y 200 años. Sin embargo, ¿por qué celebramos el inicio de sendas cruentas guerras civiles? El inicio de la guerra de independencia, según nuestra historia oficial, la lucha de buenos contra malos, fue una guerra civil, como ha mostrado Pérez Vejo en su libro Elegía criolla. La creación de la nación mexicana fue el resultado, varios años después, de la guerra de independencia, no su causa. El conflicto era entre españoles (criollos y peninsulares en ambos bandos) sobre quién tenía la legitimidad para gobernar y cómo debía hacerlo, luego de la invasión francesa en España.

Tampoco podríamos celebrar el fin de esta guerra el 27 de septiembre...

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