Elisur Arteaga Nava / La suertuda y los tamales con ojos

AutorElisur Arteaga Nava

Doña Xóchitl Gálvez, aparte de ser inteligente y entrona, también es suertudota. No exagero. A nadie se le han allanado los obstáculos, y casi al mismo tiempo, como a ella: AMLO, desacatando una orden judicial, le cerró las puertas de Palacio Nacional y le abrió el camino a la candidatura presidencial; él, sin saber cómo enfrentar a una mujer, la agrede. Lo hace una y otra vez, como cuchillito de palo.

AMLO no es capaz de aprender en cabeza ajena. Ha de decir: si tengo mi propia cabeza, por qué he de depender de la de otro para recibir lecciones. Ya se le olvidó las experiencias que nos tocó vivir en 2005, cuando su desafuero. Andrés: debes de recordar que en ese entonces muchos estuvimos dispuestos a jugárnosla en defensa de la legalidad, de la democracia y de tu candidatura a la Presidencia de la República. No podrás olvidar que, en ese entonces, igual que ahora, el gobierno nos espiaba y vigilaba. Tú, mi querido Andrés, me lo comentaste personalmente cuando fui tu abogado en los tiempos del desafuero.

Volviendo al tema: de los candidatos de Morena, salvo Marcelo, todos están para dar lástima. Los pobres no dan una. Eso sí: salieron buenos para derrochar dinero: mucho y, al parecer, público. Los del Verde y del Trabajo, son una nulidad; aspiran a poco: ser reelectos en los cargos que actualmente detentan y usufructúan; son presupuestívoros. Los candidatos del Frente Opositor no se han repuesto del susto que les dio el repentino surgimiento de la senadora Gálvez. No saben qué proponer e, incluso, no tienen idea de lo que hace un precandidato.

A lo anterior se suma otra razón para decir que doña Xóchitl es suertudota: los que la acusan no terminaron la primaria; apenas saben leer y escribir y eso lo hacen mal. Eso sí, existe la presunción, iuris tantum, es decir, salvo que no se demuestre lo contrario, que son 90% honrados y 10%, o menos, conocedores de la Constitución y las leyes.

En caso de ser acusados, muchos quisiéramos tener los acusadores que tiene la senadora Gálvez. Nunca pisaríamos la cárcel ni tendríamos de qué preocuparnos. Como quien acusa está obligado a probar, terminaría por prevalecer el principio de presunción de inocencia. Los acusadores son ignorantes y agachones. No exagero. Paso a explicarme:

La senadora Gálvez, por razón de su cargo de legisladora, goza de una doble inmunidad: la declaración de procedencia, por lo que hace a delitos del orden común y del juicio político, por lo que toca a violaciones graves a la...

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