Sergio Elías Gutiérrez / Ni revolucionarios, ni institucionales

AutorSergio Elías Gutiérrez

El Gral. Plutarco Elías Calles sabía que mentía cuando en su último informe de gobierno el 1 de septiembre de 1928 afirmó que había llegado el tiempo de pasar de un país de caudillos a uno de instituciones. No era tan ingenuo como para creerlo. Los años de lucha revolucionaria, y sobre todo haber gobernado "bajo la sombra del caudillo" le permitía saber que el país seguía siendo de caciques y hombres fuertes.

Estaba muy fresco el asesinato del Gral. Álvaro Obregón, semanas antes, cuando festejaba su reelección. Designar al sucesor del difunto requirió de negociaciones difíciles: había que dar gusto a generales y personajes que tenían mando de tropas, cualquier inconformidad podría revivir las asonadas y motines.

El Gral. Obregón (en ese entonces hasta el hambre era general) había enfrentado una fuerte oposición para designar a su sucesor. Hubo de emplearse la violencia política asesinando al General Francisco J. Serrano, Secretario de la Defensa, quien se oponía a la llegada de Calles. Antes, el mismo grupo Sonora (la sonora matancera) había asesinado a Venustiano Carranza por oponerse al ascenso de Obregón. Qué bonita familia... revolucionaria. Calles, al buscar una vía institucional para suceder el poder, estaba buscando una menos violenta.

De nada sirvió la creación en marzo de 1929 del Partido Nacional Revolucionario (PNR), abuelo del PRI. Calles se erigió en Jefe Máximo de la Revolución. Con ese título puso a su servicio a las instituciones. Las Cámaras de diputados y senadores obedecían a sus designios, los Gobernadores de los estados lo mismo. Igual sucedía con un debilitado Poder Judicial. El "maximato" era la primera y más fuerte institución de la débil república.

Lo sucedieron en el cargo una serie de gobernantes impuestos por el Jefe Máximo. La conseja popular decía, señalando al Castillo de Chapultepec, que ahí vive el Presidente, pero el que manda vive en frente, refiriéndose a la casa cercana al Castillo donde vivía el Gral. Calles.

Esa historia terminó en 1936, cuando el Gral. Lázaro Cárdenas expulsó del país al jefe máximo, ya con minúsculas. Calles no vio que Cárdenas modificó la estructura y organización del PNR creando el Partido de la Revolución Mexicana (PRM), padre del PRI, e incorporó a éste a las bases campesinas, obreras, CTM y CNC. Con ese poder corporativo pudo enfrentar a su antiguo protector y expulsarlo del país. Así acaba la Presidencia bicéfala y se consolida el poder en el Presidente en turno.

No vale...

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