Sergio Elías Gutiérrez / La profecía de Fray Servando

AutorSergio Elías Gutiérrez

En Monterrey lo conocemos como el Padre Mier, en la Ciudad de México a la calle que lo honra se le conoce como Fray Servando. Ambas avenidas son más populares que el personaje a cuya memoria están dedicadas.

José Servando Teresa de Mier Noriega y Guerra es el nombre completo de quien sigue sin ser considerado "Padre de la Patria", como él mismo se llamó en los debates de la primera Constitución del México independiente.

El Padre Mier, para los regiomontanos, nació en Monterrey el 18 de octubre de 1765. Ayer se conmemoró un año más de su nacimiento, el 245.

Fray Servando no conocía la modestia, eso lo llevó a definirse "noble y caballero, no sólo por mi grado del doctor mexicano conforme a las leyes de Indias, ni sólo por mi origen notorio de nobleza más realzada de España... sino también porque en América soy descendiente de los primeros conquistadores del Nuevo Reino de León y, por consiguiente, soy caballero hijodalgo de casa y solar con todos los privilegios y fueros anexos a este título".

Pero esos títulos no son los únicos que se imputaba. En la "Memoria Político Instructiva" enviada a los Gefes (sic) Independientes del Anáhuac, poco antes de su regreso al País para participar en los dos primeros Congresos Constituyentes, por cierto, representando al Nuevo Reino de León, dijo que la causa de su persecución por parte del Emperador Agustín de Iturbide se debía a que era descendiente de una de las "familias reales, de entre las cuales se elegía al emperador o hueitlatoani de México. Yo mismo desciendo del último y muy digno de serlo que fue Quatemoczin. Ésta es la verdadera causa por la que se me desterró a España".

"Días del Futuro Pasado", una edición crítica de sus memorias hecha por el historiador regiomontano Benjamín Palacios, publicada por la Facultad de Filosofía de la UANL, dice: "La vanidad de Mier es indiscutible; después de todo un cierto grado de arrogancia ha sido siempre un rasgo característico de todo hombre o mujer de genio superior al promedio".

El genio de Servando Guerra no sólo era superior al promedio. Para la época en que vivió, su cultura y comprensión de los procesos políticos del mundo conocido hasta entonces era muy amplio y son destacadas las comparaciones que hacía con la situación de la Nueva España, que él prefería llamar Anáhuac.

Son muchas las páginas que han llegado hasta nosotros en que se evidencia el conocimiento que él tenía sobre lo que debería hacerse para dar al País la Constitución que necesitaba.

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