Ejército español en crisis

AutorLuis Méndez

España

MADRID.- El Ejército español vive sus horas más bajas desde el regreso de la democracia a este país en 1978. La profesionalización de las Fuerzas Armadas (FFAA), que será una realidad en el 2002, y la consiguiente abolición del servicio militar obligatorio ("mili", como se conoce popularmente), que entró en vigor en diciembre del año pasado, están contribuyendo al progresivo aislamiento de un Ejército que ha tenido que recurrir al reclutamiento de latinoamericanos de ascendencia española ante el escaso entusiasmo que muestran los jóvenes ibéricos a la hora de ponerse el uniforme.

Los altos mandos castrenses son los primeros en inquietarse ante este desencuentro entre los civiles y la milicia.

"Necesitamos urgentemente sintonizar con la sociedad debido a la mala imagen que tiene el Ejército en ciertos sectores de la población", advierte el Almirante Antonio Balbás, Director del Centro de Estudios de la Defensa que en breve se hará cargo de la jefatura de la flota española.

Son muchas las causas de este divorcio que genera malestar entre los oficiales de un Ejército que se ha modernizado en los últimos años y tiene poco que ver con aquel otro Ejército que desencadenó la Guerra Civil española (1936-1939) y contribuyó después a la instauración de una dictadura militar en España.

Antimilitarismo juvenil

El antimilitarismo generalizado entre los jóvenes es una de las razones de la falta de interés local que el año pasado se tradujo en 10 mil soldados profesionales menos de los que estaban previstos para esas fechas.

No en balde este país ocupaba el primer lugar europeo en cuanto a objetores de conciencia (300 mil) antes de la abolición del servicio militar obligatorio, es decir, jóvenes todos ellos que argumentaron "razones éticas" para negarse a ir a filas. Y el número de jóvenes insumisos ascendía a 9 mil, a pesar de que la rebeldía está catalogada como un delito que conlleva la privación de libertad.

"Aunque sé que el Ejército debe existir, yo estoy en contra de su uso como fuerza represiva; además, es una institución en la que la democracia no existe y eso también de alguna manera es preocupante, ya que muchos oficiales tienen una mentalidad autoritaria", comenta Emilio D'Angelo, un joven de 25 años para el que las FFAA son un "mal necesario".

Este antimilitarismo juvenil también contagia a una parte de la población adulta que considera la "mili" como una pérdida de tiempo y que comprende a los jóvenes que se resistían a cumplir con la...

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