Eje Central: bomba de tiempo

AutorArturo Páramo

Intente caminar por las aceras del Eje Central en línea recta entre Izazaga y Madero. No lo conseguirá.

Las aceras están sitiadas por unos mil 500 puestos. Las esquinas han desaparecido ante la aglomeración de vendedores de elotes, de tarjetas telefónicas, de discos compactos, de programas de cómputo, de pan dulce, de libros piratas, ropa, paraguas, aparatos para ejercitarse, juguetes de toda suerte, tortas, afiladores de cuchillos, tarjeteros y carteras, herramientas, calzado deportivo y películas piratas.

Se anda en fila india, despacio, los peatones optan por bajar a la calle para ir más rápido y correr el riesgo con los autos a un lado.

De acuerdo con cifras del Gobierno del DF y de la Delegación Cuauhtémoc, alrededor de 800 vendedores semifijos laboran en las aceras del Eje Central que van de Izazaga a Madero.

Al caminar y contar los puestos que forman hasta tres filas en cada acera, la cifra parece corta. REFORMA contabilizó hasta mil 463 comerciantes en el tramo citado.

El aire sofoca, cargado con la grasa que vuela desde un puesto de tacos, con los gritos de los vendedores, con la música que sale de los aparatos de sonido de los vendedores de discos, con el sudor de la multitud apretujada, con el estruendo y el calor de los motores de los autos aglomerados sobre el asfalto, de los bocinazos.

El comercio ambulante lo invade todo, deja pasos peatonales de 50 centímetros, los puestos -cajas, tablas, maniquíes- ocupan hasta 3 metros de banqueta.

Los vendedores más osados "tapizan" los parabuses con cientos de discos compactos -de música o películas-, colocan cajas encima de los respiraderos del Metro o rodean las salidas de los andenes con sus mercancías, estacionan autos en el carril de extrema derecha sin ser molestados por policías. Hora tras hora, la basura se esparce.

El Eje Central mide 19.5 kilómetros, sin embargo, cruzar en automóvil los cerca de 600 metros que hay entre Juárez e Izazaga sólo se realiza de una sola vez durante la madrugada o las primeras horas de la noche. La velocidad de los autos puede alcanzar los 100 kilómetros por hora, los semáforos en verde llenan el horizonte de la avenida.

Entre las 12:00 y las 21:00 horas de cualquier día entre lunes y viernes, el cruce puede demandar hasta media hora, pues la fila de autos llega hasta calles tan lejanas como Lorenzo Bouturini o Lucas Alamán, a un kilómetro de la Torre Latinoamericana. En sábado, día en que circulan todos los autos, el mismo tramo requiere hasta una...

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