Egipto: lo que sigue…

(Embargada para sitios en internet hasta las 24:00 horas locales)Gabriel Guerra Castellanos (Internacionalista)EL UNIVERSALDicen que el mejor momento de una revolución es cuando triunfa, y no sólo por el sabor de la victoria y la satisfacción de la labor cumplida y del sacrificio recompensado, sino porque lo que le sigue puede ser decepcionante e incluso contraproducente.Los manifestantes egipcios que derrocaron a un régimen longevo, dictatorial y corrupto están hoy, y tal vez por unos días o semanas más, de plácemes. Tomando en cuenta los antecedentes represivos del gobierno de Mubarak, los opositores mostraron enorme valentía y perseverancia, así como la serenidad para no caer en provocaciones que habrían hecho de la Plaza de la Liberación en El Cairo una enorme fosa común.La mesura de los manifestantes y del alto mando del ejército egipcio ha permitido que los primeros pasos de esta revolución pacífica vayan en la dirección correcta. Las primeras decisiones tomadas por el alto mando militar tranquilizan dentro y fuera: la administración pública se mantiene en sus cargos temporalmente, se disuelve el Parlamento y se revoca la Constitución, a la vez que se afirma el compromiso con los acuerdos internacionales, lo que quiere decir que por el momento al menos la paz con Israel y la cooperación con EU no están en riesgo.No es cosa menor que los militares hayan decidido mantener en sus puestos a los civiles, dejando al margen de las tentaciones autoritarias a la única institución que cuenta con respaldo y respeto generalizado en Egipto, con la capacidad para -si lo deseara- instalarse en el poder de manera temporal o duradera. Los militares jugaron un papel fundamental no sólo por negarse a reprimir a las multitudes, lo cual ya tendría mucho mérito, sino por convencer al presidente Mubarak y a sus incondicionales de que era momento de rendirse ante la voluntad popular.Viene ahora la parte más difícil, tanto para los egipcios como para sus aliados y vecinos. Por un lado, la transición hacia un sistema más libre y probablemente democrático estará plagada de obstáculos propios de un proceso así, agravados por el hecho de que no existe en ese país una tradición democrática liberal ni tampoco una oposición organizada y estructurada, ambas cosas resultado directo de tres décadas de cerrazón y simulación por parte del gobierno de Mubarak, y paternalismo centralista de Nasser y Sadat.La amalgama de opositores fue un rayo de luz que iluminó la plaza...

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