Educado 46 años para la Corona

AutorMURAL - STAFF

MADRID.- Toda su vida ha sido un largo camino para aprender el oficio de Rey.

Cada minuto de su educación; cada gesto, cada silencio, cada acto público o privado, durante 46 años.

Los Reyes quisieron educar a Felipe como un niño normal pero nunca lo fue, de acuerdo con el diario El País.

Quizá los primeros años, hasta la muerte del dictador Francisco Franco, cuando la Familia habitó un limbo bucólico a las afueras de Madrid, inmerso en las 16 mil hectáreas del monte del Pardo, propiedad de la Corona desde cinco siglos atrás.

Un espacio con escaso personal y poca seguridad. Pocos les visitaban allí; a lo más, sus parientes más directos y un puñado de militares monárquicos muy conservadores y cercanos al Opus Dei.

En ese entorno campestre y aislado creció Felipe. Pero en 1975, cuando su padre Juan Carlos se convirtió en Rey, todo empezó a cambiar.

Aquel niño rubio, inquieto, muy mimado por su madre y sus hermanas, deportista aceptable, sentimental y estudiante concienzudo, se convirtió en el Príncipe de Asturias.

La Reina Sofía siempre intentó protegerlo al máximo. Cada día ella misma cogía su Mercedes 300 y lo llevaba al colegio, situado a 10 minutos del Palacio de la Zarzuela.

Felipe creció como un niño en apariencia delicado, que flaquearía de adolescente en los estudios y se partiría la barbilla patinando y al que el Rey colocaría de niñera a un coronel de Infantería de Marina, Alcina.

Hasta su mayoría de edad sólo tres actos llamarían la atención de los ciudadanos sobre el futuro papel del Príncipe.

Uno fue la entrega en Covadonga por su padre de la placa de Príncipe de Asturias. En aquel acto religioso-castrense, el Rey le habló de sacrificio; el joven heredero sonreía tímido.

El segundo fue vestirlo de niño-soldado en un acto de exaltación patriótica en el Regimiento Inmemorial del Rey, rodeado de adustos Generales educados por el dictador.

El tercero, el discurso que profirió en una de las primeras entregas de los premios Príncipe de Asturias, en Oviedo. Eran sus primeras palabras en público, y la pasó mal.

"La noche anterior tuve muchas pesadillas; soñé que todo me salía mal; llevaba un aparato en los dientes y me hacía daño; cuando empecé el discurso se me borraron las letras y me quedé parado; por fin lo pude terminar. Fue horrible", contó años después.

Felipe viajó luego a Canadá, donde estudió un curso pre universitario en un internado anónimo y burgués.

Luego vendría su juramento a la Constitución, ante ambas cámaras. En ese...

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