Luis Eduardo Villarreal Ríos / La reserva de sentido

AutorLuis Eduardo Villarreal Ríos

Se ha dicho que la guerra es la peor herramienta para promover el progreso, pero también guerrear consiste para algunos en la simple aplicación material e hipersofisticada del viejo instinto de supervivencia nacional.

Digo esto por el escenario planteado esta semana en la 63 Asamblea General de la ONU, donde hablaron Ahmadineyad y Bush; ambos al modo de sus intereses, augurando el fin de los enemigos ideológicos.

Lo que resulta aterrador es que, además de padecer tiempos aciagos por los numeritos que a diario nos endilga el crimen organizado, la sociedad tiene ahora que aguantar el discurso impertinente de algunos líderes mundiales.

Si a esto sumamos el fundamentalismo de algunas confesiones que no ven más allá de su arrogancia y sus posiciones sectarias, así como la corrupción de no pocos políticos, nos van a sobrar razones para el pesimismo.

Aun así, ¿habrá lugar para el humor, la fiesta, la esperanza? ¿Podrán las personas, a pesar de tanto absurdo monumental, seguir confiando en la bondad básica de la vida y procurando un mínimo de decencia?

Afortunadamente, la humanidad sigue luchando por salir adelante, las y los trabajadores buscan con afán y alegría el pan para la mesa de sus hijos, aceptando sacrificios de todo tipo por los valores que realmente importan.

¿Qué hay detrás de estos gestos comunes a la mayoría? Contrario a lo dicho por Thomas Hobbes, el sociólogo Peter Berger afirma que el ser humano posee una tendencia irrefrenable hacia el orden con el fin de garantizarse una vida en paz.

Esta bondad intrínseca de la vida es la que hace posible la fruición y la fiesta, el sentido del humor y el gozo de existir. En la fiesta, escribe Octavio Paz en "El Laberinto de la Soledad", todas las cosas se reconcilian.

El mexicano, sigue Paz, "hace un alto y en lugar de empujarse hacia un mañana siempre inalcanzable y mentiroso, se ofrece un presente redondo y perfecto, de danza y juerga, de comunión y comilona".

"Festejar", pensaba Nietzsche, "es poder decir: que...

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