Eduardo R. Huchim / DF: caudal y compromiso

AutorEduardo R. Huchim

Postulado por la coalición PRD-PT-MC, Miguel Ángel Mancera Espinosa será el jefe de Gobierno del Distrito Federal elegido por la votación más caudalosa en la aún corta historia de los comicios locales. Y la coalición que lo postuló tendrá también mayoría en la Asamblea Legislativa y en las delegaciones, pues el electorado, que dividió en proporción importante sus votos en las elecciones federales, en la capital del país sufragó abrumadoramente por la izquierda.

Como es sabido, la izquierda ha ganado todos los comicios de jefe de Gobierno desde 1997, cuando Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano inauguró esa figura equiparable a la de gobernador. Cárdenas y sus sucesores, Andrés Manuel López Obrador y Marcelo Ebrard Casaubón, fueron elegidos con menos del 50% de los sufragios, mientras Mancera obtuvo más de 63%.

Esa vasta votación genera un compromiso enorme. Sin negar los avances en programas y derechos sociales (apoyos para madres solteras y ancianos), en educación (universidad y becas), en comunicaciones y transportes (segundo piso, metro, metrobús) y en otros rubros, la izquierda hecha gobierno ha fracasado estrepitosamente en un asunto toral: la corrupción. Una corrupción que atraviesa todo el sector público capitalino -GDF, ALDF y TSJDF- y que prácticamente no cambió y quizá empeoró cuando el PRI dejó de gobernar la ciudad.

No es exagerado decir que la mayoría de los asuntos que el ciudadano común debe tratar con instancias del gobierno capitalino, ya sea en el sector central o en delegaciones, muestran corrupción en al menos uno de sus tramos. Es paradigmático el caso de la policía capitalina, cuyos uniformados despojan de cuanto dinero pueden a los ciudadanos con quienes interactúan, no sólo para satisfacer exigencias económicas de muchos de sus jefes sino incluso para ¡pagar la gasolina de sus patrullas! Las corruptelas se extienden al Poder Judicial, donde demasiados jueces y magistrados -no todos, por supuesto- navegan entre la corrupción y la ineptitud, en tanto los diputados de la ALDF consumen recursos públicos en la opacidad propiciatoria de excesos, a la manera de sus homólogos federales. Cierto que las conductas de juzgadores y legisladores no son responsabilidad del GDF, pero si se sanearan las estructuras de éste, sin duda ello repercutiría en el sector público completo.

Todos los jefes de Gobierno han sido incapaces de lograr avances ni siquiera medianos contra la corrupción, no obstante lo cual sus partidos...

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