Eduardo R. Huchim / Boletas

AutorEduardo R. Huchim

Es candoroso -para decir lo menos- suponer que la credibilidad del Instituto Federal Electoral, perdida parcialmente a consecuencia de sus pifias en el proceso electoral de 2006, se puede recuperar mediante la simple exhibición de las boletas de la elección presidencial. Sin embargo, ésa es la propuesta del consejero presidente, Leonardo Valdés Zurita, cuyo planteamiento ha generado bromas en algunos ámbitos y desagrado en diversos actores políticos por razones distintas.

En círculos panistas, la propuesta de Valdés ha causado irritación porque, por tercera vez en menos de un mes, el consejero presidente llamó la atención sobre un tema que los copartidarios de Felipe Calderón Hinojosa quisieran se diluyera entre los muchos asuntos que concitan hoy la atención pública: el acceso a las boletas electorales, solicitado con fines periodísticos y académicos y negado en mala hora por la Suprema Corte de Justicia. Antes (27 de febrero), el consejero presidente del IFE había expresado sus simpatías por la pronta destrucción de las boletas para disponer de una "mesa limpia", y luego opinó que los ciudadanos deberían tener acceso a ellas (13 de marzo).

En ámbitos perredistas también causó irritación Valdés, por decir que vocales ejecutivos y distritales de todo el País coinciden en que no habrían cambiado los resultados de 2006, aun si se hubieran recontado los votos. "Yo pienso que el IFE, su aparato ejecutivo y su Consejo General tienen la certeza de que el resultado de las elecciones de 2006 reflejó la voluntad de los ciudadanos", dijo Valdés (Guadalupe Irízar, Reforma, 18 de marzo). Aparte de contener una imprecisión (no todo el Consejo General comparte la visión de Valdés y difícilmente lo haga todo el aparato ejecutivo), parece irresponsable atizar desde el IFE -cuyo consejero presidente no puede hablar a título personal- un asunto que aún confronta no sólo a los partidos más votados, sino también a amplias porciones de la sociedad. Adicionalmente, lo más importante en este asunto es lo que ocurrió -se rechazó el recuento- y no lo que pudo ocurrir -la ratificación o rectificación de los resultados oficiales.

Hay quienes, sedientos de reflectores, hablan irreflexivamente y al hacerlo terminan por disgustar a todos. Así le ha pasado a Valdés, por las razones señaladas anteriormente, pero también por otra: los otros consejeros electorales se enteraron del asunto simultáneamente con los reporteros o después. Es decir, no fueron consultados ni...

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