Eduardo Caccia / 'En mis tiempos...'

AutorEduardo Caccia

Todas las generaciones nos sentimos superiores a las precedentes. Pensamos que el presente es mucho más fácil de vivir que el pasado (exceptuando los temas de inseguridad, claro está, y ser atlista, ese estado de coma futbolístico que se agrava cada año).

A determinada edad, sobreviene la frase como recurso, y uno se referirá a otras épocas con el estribillo "en mis tiempos...".

Supongo que a todos llega ese momento. Tarde que temprano, la comparación salta de unos labios que pretenden aleccionarnos o hacernos ver que una determinada situación actual es muchísimo mejor que la que alguien experimentó antes. Supongo que esto ha pasado de generación en generación. Y supongo también que la frase retuerce el hígado a los jóvenes de todos los tiempos.

"En mis tiempos teníamos que cruzar el patio para ir al baño", decían "los antiguos" cuando nos quejamos que en una recámara no hay baño. Es como si uno escuchara "ésas sí eran dificultades, no como ahora...".

Por más que trato de evitarlo, me veo usando la expresión con la que mis hijos prevén una lección fastidiosa.

Pero díganme si no. En la edad de la gratificación instantánea, cómo inculcar el valor de la paciencia. En mis tiempos, cuando prendía la televisión, esperaba más de un minuto que calentaran los bulbos (para algún lector genX o millennial: bulbo equivale al jurásico de los microchips, eran tubos de vidrio que prendían dentro del televisor), y una vez que encendía la pantalla, había que cruzar los dedos para no estar pegado a los controles correctivos de "horizontal" o "vertical" (sí, la imagen se movía caprichosamente repitiendo el mismo cuadro de arriba para abajo, mientras uno intentaba domesticarla con los dedos en la perilla, o de un golpe seco con la palma de la mano).

Hoy la impaciencia es tener una pantalla de plasma o leds de un millón de pixeles cuando se podría tener una de un trillón. La nuevas generaciones son menos pacientes que antes, y las televisiones ya no tienen costado para pegarles.

Cómo explicarle a un adolescente que el gran reto de la noche, cuando sale de fiesta, es la complicada tarea de meter la mano al bolsillo, tomar su teléfono celular y contestarle a sus padres "sí, estoy bien", o simplemente presionar un botón para llamar y decir, "llegaré a tal hora". Implica por supuesto las...

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