Eduardo Caccia / Sincretismo

AutorEduardo Caccia

Junto a las conquistas territoriales el hombre ha buscado el dominio ideológico a través de la sumisión, el exterminio o el convencimiento de los derrotados. La sobreimposición simbólica ha sido una constante en la historia de la humanidad, es decir, el dominio a través de los símbolos (sin querer describo al marketing).

El espacio físico de los templos es el gran escenario de la suplantación (que luego terminará en la conciencia, última conquista). Como apunta Jacques Lafaye en Quetzalcóatl y Guadalupe: "...sobre la base topográfica de dichos santuarios se operó el sincretismo entre las grandes divinidades del antiguo México y los santos del cristianismo...". Así, destrucción y construcción están en la génesis de México, particularmente y de forma más dramática durante la Conquista y los inicios de la Colonia. Los primeros años de la labor evangelizadora fueron el seguimiento de la lucha, ya no con macáhuitl, chimalli, armaduras y corazas, sino con las creencias. Algunos fueron vencidos y otros convencidos. Las ideologías prehispánicas fueron asociadas a ritos demoniacos y aunque las adoraciones indígenas no murieron de un día a otro, fue el convencimiento más que el sometimiento inquisitorial lo que generó nuevos conversos católicos.

Nuestras raíces como nación y como cultura son profundamente sincréticas. Por supuesto que hubo destrucción pero también una belleza sublime en la forma en que los evangelizadores suplantaron la simbología azteca con los nuevos símbolos de adoración y crearon para los vencidos una nueva fe. Ya sea que se crea en el milagro o en la mano del hombre, la transfiguración simbólica de Coatlicue, deidad de la vida y la muerte, madre de todos los dioses, Tonantzin ("nuestra madrecita"), en la Virgen de Guadalupe, lubricó la evangelización. La tremenda imagen de la mujer con faldón de serpientes se convirtió en la madre de expresión dulce cuya tez morena acentuaba su origen local y no la hacía una extraña, como los hombres barbados europeos. Además, qué mejor lugar para erigir un templo Guadalupano que en el cerro del Tepeyac, donde previamente había una ermita para el culto a Tonantzin.

Saber estos pasajes de nuestra historia nos debería provocar orgullo, el sincretismo mexicano es único. No conocer estas raíces nos hace ignorantes del entramado ideológico de nuestros antepasados indios y europeos.

Hace unos días se...

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