Eduardo Caccia / Simplicidad

AutorEduardo Caccia

Por estos días murió André Cassagnes. Si no sabes quién fue, eres como yo, un testimonio más de que André fue congruente con sus principios: nunca persiguió la notoriedad y la fama pública. Sabemos que murió en un suburbio de París, sabemos que fue un técnico en electricidad y sabemos que fue el inventor de L'Ecran Magique, un juguete que en los 60 se conoció en México como "La pizarra mágica", objeto de culto para infinidad de niños y adultos en todo el mundo.

La pizarra mágica, viéndola a distancia, antecedió a cualquier tableta digital. Era una caja rectangular de plástico, como de dos centímetros de grosor, con un marco rojo y dos grandes botones blancos en las aristas inferiores. Niños de hoy, ¡asómbrense!, con este fabuloso juguete podías dibujar girando las perillas, una trazaba verticalmente, la otra horizontalmente. Y ya. Eso era todo lo que hacías, además, claro, de borrar tus creaciones artísticas (y monocromáticas) sacudiendo la pantalla.

En esta época en que complejos juegos digitales quedan obsoletos en semanas, se engrandece el invento de Cassagnes por haber trascendido en el tiempo (todavía se venden, aunque más sofisticadas), por una razón: su simplicidad. Sin necesidad de estar en línea, de tener señal o de pensar en baterías, la simpleza del juguete heredó este recuerdo.

El hombre no sólo es complejo por naturaleza, tiende a lo complejo, sólo para darse cuenta de que lo simple encierra respuestas. Una de las preguntas más complicadas que hago dentro de las empresas, trátese de un director o un empleado de menor rango, es muy difícil de contestar porque atañe a la simplicidad: "Explícame para un niño de 6 años de qué se trata este negocio", y luego tomo el papel del infante, al poner cara de "what?", cuando escucho palabrotas como "comercialización", "calidad", "sistemas", etcétera. Decía Einstein, "si no lo puedes explicar a un niño de 6 años, es que no lo entiendes tú".

La simplicidad perdura, pero incomoda. En los 90, el fabricante de muebles de oficina Herman Miller, contrató al diseñador Bill Stumpf para crear una nueva silla ejecutiva. Stumpf salió con una idea innovadora, inspirada en algo profundamente simple: la textura "respirable" de los muebles de mimbre, o los sombreros de paja. Por revolucionaria, la silla fue rechazada en todos los focus groups. El consumidor quería algo que...

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