Eduardo Caccia / El sembrador

AutorEduardo Caccia

Todos hemos estado ahí. La noche anterior seguramente no dormiste, los nervios inhibieron tu apetito en la mañana, tu cuerpo se puso en alerta máxima anticipando el pánico al ridículo, te sudaron las manos, el corazón te latió agitadamente, por tu mente pasaron imágenes de fracaso, tu fracaso, la respiración se hizo máquina de vapor, la boca más seca que un cadáver, hubieras querido no estar ahí, pero ya era muy tarde, el presentador dijo tu nombre, la gente aplaudió y llegaste al micrófono buscando una ventana por donde aventarte. Luego vino el bloqueo y todo lo que habías practicado se convirtió en una página blanca, sin ideas, sin renglones, sin letras, sin salida. La gente te miraba esperando que saliera algo de tu boca mientras tú tratabas de contener la traición de tus rodillas. Por fuera eras tú, por dentro eras uno de los miedos más grandes del hombre: glosofobia, el miedo a hablar en público.

Conocí a un hombre que cuenta una historia similar. Un vendedor nato que estuvo a punto de renunciar a su trabajo cuando le pidieron ser el orador en una convención nacional. Sacó agallas de alguna parte y tomó un curso de oratoria que cambió su vida, tanto que hizo un pacto consigo mismo: "el día que me sea posible, haré algo para que la gente no sufra lo que yo sufrí". Y ese día llegó para Alfonso Tessada, tampiqueño avecindado en Guadalajara hace décadas.

Yo ingresé a su organización, Liderazgo Internacional, algunos años después de fundada. Me invitaron a una sesión "de oratoria" (la sola palabra espanta o aburre), pero yo llevaba un as bajo la manga. Cuando al final de la dinámica me invitaron a decir frente al grupo, qué me había parecido (usualmente un momento para agrandar el ego de los oradores y del club), tomé la palabra y viendo a los 20 asistentes dije sin recato: "esto es una pérdida de tiempo, esto no es para mí. Me voy". Me levanté y jalé la silla mientras todos me veían estupefactos.

Continué: "esto señores, fue lo que pensé hace 15 años cuando asistí, adolescente, por primera vez a una reunión como ésta. Qué diferente la veo ahora..." el resto es historia, no me dejaron ir sin inscribirme, desde entonces Liderazgo Internacional fue un parte aguas en mi vida.

Cierto, Toast Masters abrió un camino, pero Alfonso Tessada lo elevó a otra potencia...

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