Eduardo Caccia / Prohibición y deseo

AutorEduardo Caccia

En 1919 varios grupos conservadores en EU vieron coronado su esfuerzo de décadas, la décimo octava enmienda a la Constitución por fin prohibía la "manufactura, venta y transportación de licores intoxicantes". Varios estados de la unión americana entraron bajo la ley seca. Las estadísticas daban la razón a quienes estaban a favor de la prohibición de las bebidas alcohólicas: bajaron los arrestos de personas en estado de ebriedad, la hospitalización por causas etílicas y hasta los problemas médicos relacionados con el hígado. En el ánimo de los activistas conservadores todo hacía suponer que el país tendría mejores niveles de bienestar social y familiar. Pero algo cambió.

De alguna forma, la prohibición despertó el deseo por consumir bebidas alcohólicas. El sistema cultural pronto creó mecanismos de conexión entre oferta y demanda; las mafias y las célebres figuras, como Al Capone, no sólo bañaron de alcohol a quien pudiera pagarlo, también de sangre a los grupos rivales y a los opositores de su ilícito negocio. Surgió un glamoroso mercado negro para quien podía pagarlo. Inclusive, para aquellos que no podían darse el lujo de entrar a los selectos clubes, el consumo se movió de lo público a lo privado, la gente se las ingenió para conseguir alcohol y beber en sus casas. Hubo una ola de intoxicaciones severas por destilados de pésima calidad.

La prohibición resultó ser un fracaso, claramente produjo más desventajas que beneficios, sacó el lado oscuro de la sociedad. No sólo aumentó la corrupción, también colapsó el sistema de justicia al criminalizar el consumo de licor, y claro, lo incentivó. No faltó quien, como Henry Ford, sugiriera que interviniera el Ejército para hacer cumplir la ley. La solución resultó mucho más simple que eso, en 1932 el presidente Hoover se declaró en contra de la prohibición. Un año después fue oficialmente abolida.

Desde Adán y Eva sabemos que lo prohibido genera deseo. Hace unos años una firma de botanas nos encargó descubrir de qué se hace lo irresistible. La respuesta fue sorprendentemente obvia: lo irresistible implica una resistencia contenida en un objeto. Una manzana fresca es menos irresistible que una manzana con chocolate, este ingrediente es la resistencia. Lo que ofrece resistencia produce tensión, como un resorte, así es el deseo en nuestra mente, una fuerza potencial que algunos controlan mejor que otros.

Crecí viendo a mi papá fumar. Llegada la adolescencia y la de mis hermanos...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR