Eduardo Caccia / Dónde pintar la raya

AutorEduardo Caccia

Los mexicanos usamos el humor como enzima para procesar el destino. Cual sofisticada maquinaria cultural, en la boca de alimentación se deposita el drama, la injusticia, o cualquier episodio doliente, pasa por una cámara de transformación y, ¡zum!, en la banda de salida aparece un chiste. ¿La tragedia convertida en risa es menos tragedia?

El humor es analgésico, así lo sugieren las manifestaciones llamadas "memes", donde se da rienda suelta a la creatividad. De lo último que nos hemos colgado es del célebre "no era penal", cuyo más memorable fetiche es ¡una piñata! Ante la imposibilidad de regresar el tiempo, para no cederle la iniciativa a Holanda, nada mejor que apalear a Robben, clavadista de los países bajos.

Esta obra del ingenio mexicano es, como la antigua tradición de quemar judas, curativa. Acoto para los lectores jóvenes: no se trata de incendiar policías judiciales, no; sabrán ustedes que hace muchos años, durante las festividades del Sábado de Gloria, buena parte de la población "quemaba judas", muñecos de cartón, engrudo, carrizo y otros materiales similares, que representaban al traidor. El judas era quemado (se rellenaba con cuetes), apedreado y hasta baleado. Con el tiempo, la representación del judas se transformó de la figura del diablo a la imagen y semejanza de diversos personajes públicos a quienes se "ajusticiaba". Por razones hoy más evidentes que antaño, los políticos han sido judeizables.

La piñata del holandés congela ese fatídico instante en que sus piernas, ancladas en el césped por voluntad propia, lo impulsan hacia adelante, como ave en vuelo, mientras arquea la espalda y avienta las manos hacia atrás, simulacro que habrá de completar con una mueca de dolor y un grito lastimero (supongo que "¡ay!", en holandés, suena como a la primera vez que el tequila te raspa la garganta).

El futbol es una representación de la vida, quien finge dentro del área seguramente lo hará en una sala de juntas. Si bien es condenable que este engaño haya pesado para quedar eliminados, debería servirnos para la reflexión y la autocrítica. La sociedad mexicana está llena de clavadistas, simuladores profesionales sin escrúpulos. Resulta irónico que hasta ellos se quejen del engaño.

Jorge Ibargüengoitia escribió: "los países exportan, además de...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR