Eduardo Caccia / México al revés

AutorEduardo Caccia

Soy, orgullosamente, nieto e hijo de militares mexicanos. Siento por las Fuerzas Armadas de mi país un profundo respeto y admiración, seguramente alimentados por la tradición de mi familia, también por el patriotismo y la lealtad de una institución baluarte del México postrevolucionario. Las imágenes difundidas hace unos días, donde un grupo de civiles, presuntamente delincuentes, persigue vehículos del Ejército e insulta a sus tripulantes, lastiman profundamente no sólo a quien sienta simpatía por sus Fuerzas Armadas, lastiman a cualquier ciudadano que crea en las instituciones de este país.

Hay, sin embargo, algo más doloroso. Escuchar al comandante supremo de las Fuerzas Armadas decir "Cuidamos a los elementos de las Fuerzas Armadas, también cuidamos a los integrantes de las bandas, son seres humanos" es algo de enorme trascendencia y una gran revelación que debe analizarse desde varios ángulos.

Sin menoscabo de que efectivamente un delincuente es un ser humano con derechos consagrados en la Constitución de nuestro país, el contexto en el que se habla de cuidarlos hiere severamente a la investidura militar y al Estado mexicano. Toda sociedad reafirma sus virtudes o sus vicios con los hechos de la vida cotidiana. No sólo aprende el individuo a través de lo que se premia y se castiga, también aprende el grupo. La forma en que un gobierno responde es un incentivo o un inhibidor de conductas. Si yo fuera delincuente, aplaudiría las palabras del presidente de México. Escogería México para delinquir. Me pregunto qué pensarán los miembros del Ejército, los militares de alto rango, los retirados, al ser usados como ejemplo del trato que merecen los delincuentes.

Ver al Ejército perseguido y humillado es un signo de la descomposición social del país. Ver que el presidente de México no se indigne y además justifique la acción es un signo del Estado fallido que encabeza un hombre cuyo deber máximo como jefe de Estado es proteger a sus ciudadanos. Sin este rol del Estado protector, el gobierno abdica de su responsabilidad mayor dejando indefensa a la sociedad. Estamos ante un gobierno que no puede o además no quiere perseguir delincuentes, más bien los suelta cuando los captura, o se deja perseguir por ellos. Es una metáfora tristísima para el futuro del país porque además alimenta el cáncer de la impunidad. Los costos de delinquir bajo el régimen actual son bajísimos.

La doctrina weberiana define al Estado como la entidad que...

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