Eduardo Caccia / La luz del pentagrama

AutorEduardo Caccia

Nunca antes vi una pasión como la de él. Extraña, como suelen ser las pasiones extremas. Miles coreaban cánticos tribales mientras lo veían de reojo, como si no existiera, subido en una plataforma en la parte baja del graderío del estadio, dando la espalda a la final del futbol mexicano; como director de una orquesta de voces y banderas azules, arengaba coros y tambores. ¿Puede haber alguien más fanático que aquel que renuncia a ver el partido para organizar a la manada?

¿Qué mágica conspiración orquesta la garganta de desconocidos para entonar cantos y plegarias y funcionar como uno? ¿Cuál es el mágico efecto de la música para transformar personas? Las "barras" mexicanas antes no cantaban, hoy siguen ese ritual argentino y europeo (¡qué pleonasmo, che!), donde se crea un segundo espectáculo y todos, coordinados, se vuelven una voz. Y ahí, vestido de azul, estaba yo contagiado por una garganta comunal, enorme, incansable, ondulante y rítmica, casi declamando. Dijo Mozart que "la poesía ha de ser hija obediente de la música", con esa metáfora veía yo a las barras.

Esta semana se cumplió el 200 aniversario del nacimiento de Wagner, que (valga la temeraria comparación) como nuestro personaje en la tribuna azul, también fue director de un coro, también fue apasionado. La influencia artística de su familia sin duda fue definitiva para el hombre que veía a la música como vehículo para llegar al drama.

En Venezuela opera El Sistema, un programa de educación musical que ha logrado transformar la vida de miles, integrando a maestros, alumnos, padres de familia, gobierno y líderes comunitarios. Sabemos que funciona: ya logró que un niño de 12 años no quiera dormir alejado de su chelo. En México, Esperanza Azteca hace lo propio.

La música cambia vidas. Hay evidencia científica que demuestra que el proceso de aprendizaje musical desarrolla nuevas conexiones neuronales (especialmente en la infancia, cuando la plasticidad cerebral es mayor), mejora la coordinación, la concentración, la motivación, la atención y la memoria. Por si fuera poco, la instrucción musical tiene efectos que duran toda la vida, aunque ya no se toque un instrumento. Aviva la mente, alimenta el alma, desarrolla el carácter, aumenta la autoestima, detona la creatividad y no discrimina raza, credo, estatus, por ello la música hermana, es igualitaria y unificadora. Ahora entiendo la magia de...

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