Eduardo Caccia / Indiferencia por la vida

AutorEduardo Caccia

En las últimas semanas hemos atestiguado sucesos donde han muerto mexicanos, o han salido muy afectados, en condiciones que no debieron suceder. Nuestra incapacidad para prevenir accidentes es un rasgo nacional, despreciamos la prevención y con ella, la vida. Octavio Paz dijo: "La indiferencia del mexicano ante la muerte se nutre de su indiferencia ante la vida".

En esta indiferencia estamos acostumbrados a no ver las señales del inminente accidente o el potencial desastre, tal vez porque arrastramos antídotos que ponen nuestra vida en manos del destino, "al que le toca, le toca", una suerte de ruleta rusa.

Crecí cuando no había cinturones de seguridad en los autos, mucho menos eran obligatorios. Al mismo tiempo, en otros países, eran práctica común. ¿Por qué las autoridades de ese momento, supuestamente encargadas de mejorar las condiciones de vida de la población, no impulsaron medidas de seguridad tan obvias?, mi hipótesis es que no importaba, como tampoco ahora importan otras cosas.

Aunque hemos mejorado en el tema de la seguridad, estamos muy lejos de las mejores prácticas, se nos hacen exageraciones.

La desgracia ocurrida hace unos días en Chihuahua en la que murieron nueve personas arrolladas por una Monster Truck es una metáfora de lo que se multiplica todos los días en diferentes formas. Mientras que en otros países este tipo de espectáculos tiene sobradas medidas de seguridad, en México, bajo la tolerancia y complicidad de autoridades y empresarios, se arriesgó la vida de los asistentes. Hay varios criminales, el piloto sólo hizo su parte.

Autoridades incompetentes para ver riesgos (que han salido de ciudadanos incompetentes para ver riesgos) permiten vialidades de alta velocidad con señalamientos deficientes, paradas de camiones y concentraciones de peatones a merced de los vehículos, acotamientos donde se tolera que se usen como un carril adicional. Las autoridades son indiferentes al próximo accidente, al dolor por venir. También son culpables por incapaces.

Quizá necesiten, como yo, una dosis de paranoia. Si así fuera, no permitirían camionetas pick-up cargadas con personas, una escena tan cotidiana en nuestras calles y carreteras que difícilmente amerita un comentario de alarma. Antros sin medidas de seguridad e inspectores corruptos que los cobijan, conductores con niños en las rodillas, electricistas que usan cables más delgados, plomeros que confían...

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