Eduardo Caccia / Fuerza, México

AutorEduardo Caccia

Es agosto. El enemigo entra, quema, siembra muerte y destrucción. 1521

Es agosto. El enemigo entra, quema, siembra muerte y destrucción. 2011

Arcabuces, espadas de acero y hierro, fuego. Cuernos de chivo, granadas, gasolina, incendio. La historia, como parábola, nos cae encima, nos sacude, nos recuerda la fragilidad de la vida. En agosto, otra vez, del día 13 en el 1521, al 25 del 2011, de Tenochtitlán a Monterrey, de la cuna de nuestro nacimiento como nación, al epicentro de la destrucción y terror del Casino Royale en Monterrey. Sangre y fuego, otra vez.

"La sangre de los guerreros cual si fuera agua corría: como agua que se ha encharcado, y el hedor de la sangre se alzaba al aire, y de las entrañas que parecían arrastrarse. Cuando se supo afuera se oyó un estruendo y la batalla comenzó".

La crónica azteca, tantos años después, sigue siendo la crónica de este país. A lo largo de nuestra historia la violencia ha marcado etapas cruciales de nuestra nación, la conquista, la guerra de castas, la de Independencia, la Revolución, la Cristiada, y dentro de todas ellas, las historias que nunca se contaron o se perdieron en los anales del tiempo, los muertos que nunca tuvieron nombre, las barbaridades que se cometieron en nombre de una causa apasionada, las cabezas cortadas y expuestas de Hidalgo, Allende, Aldama, Jiménez, que se adelantaron a las decapitaciones de Acapulco, a los colgados de Santa Fe.

La violencia ha sido parte de nuestra vida, simplemente hemos tenido épocas de mayor o menor control, etapas duras sí, pero no definitivas. La pregunta obligada es ¿cuándo terminará la actual?, y otra más importante ¿qué efecto tendrá la exposición a la violencia en las futuras generaciones?

Monterrey tiene razones para estar con el ánimo destrozado, en última instancia todos lo tenemos, todos somos Monterrey.

"Toda ciudad es un estado de ánimo" escribió Rodenbach en "Brujas, la Muerta", alargando así una evocación literaria del territorio simbólico de la ville morte, la ciudad muerta, una ciudad que, a diferencia de las halladas en la arqueología, no está vacía ni sumergida en el lodo o la lava, simplemente está muerta en gente.

Monterrey ha sido, estos días posteriores al acto terrorista que mató a cerca de 60 personas, nuestro ánimo, nuestra bandera a media asta, pero todos tenemos el deber solidario de convertirnos en el ánimo de Monterrey y regresarle a su gente exitosa...

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